Nos espera la segunda etapa con 122kms y 2700 metros de desnivel positivo. El cansancio no me ha dejado dormir como debería, un sueño ligero, lleno de despertares en medio de la noche. Mucho antes de que sonara el despertador, ya tenía los ojos como platos. A las 4:40 a.m ya estaba mirando el techo de la furgo sin poder volver a dormir.
Al cabo de un rato, desisto de intentar dormir y empiezo a prepararme, recojo la cama de la furgo para dejar espacio para moverme. Ayer al llegar tan tarde, no me dio tiempo preparar nada, aún tenía que meter los polvos de carbohidratos en el bidón, separar las barritas y geles que quería llevar encima, etc.
Ayer, Jaume se encargó de lavar mi bici y dejarla en el parking habilitado por la organización, voy a por ella porque me quedaba pendiente engrasar la cadena, poner la batería externa, poner la pegatina con los controles de paso y algunos últimos detalles.
Después del chaparrón que nos tocó ayer, hoy quería ir más preparada, llevar chubasquero y una bolsita de plástico para tapar la batería externa ya que había entrado un poco de humedad con tanta agua. Se podían ver las burbujitas en la pantalla.
Cuando tenía todo preparada subí al comedor a desayunar. Me encuentro con Jaume por el camino que venía de la habitación. Me pareció raro porque él siempre duerme más que yo. Yo soy la que siempre quiere desayunar 2 horas antes para dar tiempo hacer la digestión, el en cambio se levantaría ½ hora antes de la salida. Me dice que sus compañeros de habitación han puesto el despertador súper pronto ¡Ja Ja Ja!. He hecho bien durmiendo en la furgo.
Como siempre, no tengo muchas ganas de comer tan pronto. Tengo la mala costumbre de ir a trabajar casi a diario con la bici, y no cómo nada al salir de casa, solo desayuno al llegar al trabajo, después de 1 horita en bici. Esa mala práctica hace que me cueste comer en las carreras antes de salir, pero intento comer como sea aunque el estómago no está receptivo.
Después de todo a punto nos dirigimos a la salida, por el camino nos vamos encontrando con otros participantes. Hoy las caras ya no son tan enérgicas como ayer, se nota el cansancio de la primera jornada. Yo, a pesar del cansancio estaba animada, en todas las rutas de 2 etapas que hice hasta ahora, el segundo día siempre se me da mejor que el primero y esperaba que de esa vez no fuera diferente.
Hoy el día se había levantado con una espesa niebla, desde la casa de colonias apenas se podía ver el paisaje alrededor. La verdad es que entre el cansancio de la etapa anterior y el lúgubre que estaba el día, no estaba para muchas alegrías, solo quería salir, empezar de una vez y….como no….acabar.
A las 7:30 a.m. pasadas se da la salida, lo tomo con mucha calma y ese fue un error por mi parte, no sabía que ahora venía una subida bastante rota, que obligaba a buscar la mejor trazada y cuando el que iba delante echaba pie al suelo, acabábamos echando los que veníamos inmediatamente detrás.
Era una pista relativamente ancha, pero estilo calzada romana muy rota. Nada más salir, con las patas en frio, encontrarnos con esas rampas fue criminal. De todas formas he podido ir subiendo hasta que por delante echaron pie al suelo y no me quedó más remedio. Caminé un poco, cuando pude volví a montar y así íbamos, a tramos ciclando, a tramos pateando según la cantidad de gente por el camino.
Después de unos veinte minutos de subida llegamos a una torre donde había que dar la vuelta para coger un sendero que había detrás. Allí estaba Marc, uno de los organizadores, orientando un poco a los bikers ya que la entrada del sendero era un poco confusa y cómo íbamos muchos, a nada que el de delante se equivocaba, todos los demás le seguíamos como ovejas pensando que iba correctamente.
Ahora venia “lo bueno”, las lluvias del día anterior habían dejado mella. ¡Y qué mella! la bajada estaba terrible. Habían tramos que solo había charcos y barro, pero estos no eran los peores, para mí lo peor es cuando venían los escalones de piedra, con tanto barro, apenas podía tocar el freno.
He tocado fondo ahí, iba muy temerosa, cada vez que escuchaba el ruido de algún participante que venía por detrás, me paraba y dejaba paso para no estorbar. Miraba la gente que pasaba por aquellos escalones con tanta soltura. ¡Maldita debilidad técnica la mía! En un escalón patino la rueda delantera y me voy al suelo. Por suerte iba despacio y no me hice más daño que los típicos golpes en los gemelos, me levanto y sigo adelante.
En un tramo escucho que viene alguien y me paró, es Montse Mollet, me aparto y la dejo pasar, la miro como baja, sin prisa pero sin pausa. ¡Quien pudiera bajar así!
Hoy la organización había señalizado algunos tramos con señal de peligro cuando convenía. Cuando veía alguna de esas señales ya echaba pie al suelo, ni siquiera lo intentaba. Más adelante intento bajar unos escalones de piedra, pico la rueda delantera y vuelvo a tocar suelo. Vaya día estaba teniendo, lo que me daba más miedo era volver a lastimar el tobillo malo y después de dos caídas, os puedo garantizar que pasaba más tiempo bajada de la bici que encima.
Seguramente si no fuera por las lluvias de ayer, hubiera podido bajar mucho mejor. En la primera etapa, había tramos de escalones y bajé casi todos, no tuve problemas. Pero con el terreno embarrado mi técnica desciende a niveles negativos. Los kilómetros no pasaban, pero el tiempo pasaba volando. Las subidas tampoco ayudaban mucho y algunas veces, aunque iba pedaleando, la velocidad no pasaba de 6 km/h por la pendiente.
Pues vaya, si bajando voy pateando a 4 km/h y aunque bajara montada no podía ir demasiado rápido, y encima las subidas eran a 6 km/h…. ya me diréis como puedo avanzar así. Aun tenía que pasar el avituallamiento del km 25 y parecía que llevaba una eternidad. Miré la pegatina con los controles: El avituallamiento en teoría cerraba a las 10:00 y ya había pasado esa hora.
Cuando por fin llego al avituallamiento, son las 10:25. Voy con la moral muy, pero que muy por los suelos, ayer pasé todos los controles con más de media hora de plazo. Hoy ya llevo media hora de retraso y una velocidad media de 8,3 km/h. Comí todo el melón que pude, rellené el bidón y seguí adelante, el próximo avituallamiento estaba en el km 39, pero no estaba muy segura de poder llegar a tiempo.
Mi única esperanza es que el terreno mejorara un poco y pudiera apretar y recuperar tiempo. A esas alturas era la última, los chicos que hacían de bici-escoba serian los siguientes detrás de mí, pero mi esperanza no tenia fundamento. El terreno seguía igual de mal que hasta el momento, mi moral pasó de ir por los suelos a ir por subway y cuando digo terreno malo, lo digo para mi nivel. Todos los demás iban por delante de mí, así que para ellos no era tan malo. Pero como ya he dicho, mi nivel técnico en terreno mojado es nulo.
Tenía 1 hora y media para hacer 14 kilómetros y llego al km 39, eso suponía una velocidad media de 9.3km/h. ¿Mirando así parece fácil verdad? Pues no, s no puedes pasar de 7 km/h subiendo o bajando….mal vamos. Cuando había recorrido tan solo 8 kiómetros de los 14 que me quedaba hasta el siguiente avituallamiento, veo que ya he consumido todo el tiempo que tenía para llegar allí: hora y media y aun me faltaban 6 kilómetros más
En ese punto me encuentro con uno de los organizadores, Raul, que me pregunta que quiero hacer, seguir hasta el siguiente avituallamiento y coger el bus que lleva a la meta, o volver con él y otro participante que también se había quedado en ese punto.
Lo primero que le pregunto es: ¿El terreno mejora a partir de aquí o sigue igual? El me dice que básicamente sigue igual. Aun quería agarrarme a la posibilidad de poder subir la velocidad, pero con esa respuesta, he visto que sería imposible. Así que decido volver con él y Joan (el otro participante) a Castellnou del Bages, donde estaba la meta.
¿Que sentía en ese momento? Rabia, impotencia, tristeza, rabia de mi torpeza bajando, ganas de llorar. ¿Después de superar la etapa de ayer, superar todo lo que he superado ¿quedarme hoy a las puertas del paraíso?
Metimos las bicis en el 4×4 de Raul y fuimos hasta uno de los avituallamientos ver pasar los primeros, ya que para ellos, faltaban menos de 22 kilómetros para acabar. ¿Os podéis imaginar? Yo me he quedado en el kilómetro 32 y mientras tanto, los primeros ya iban por el 80.
En Terra de Maquis hay espacio para todos. Por delante están los fieras, los cracks, para ellos los controles de paso no significan nada, es tan solo un paso por el avituallamiento. Luchan por mejores posiciones, por un top 10 o incluso por ganar.
Pero de un punto hacia atrás, estamos los que luchamos contra el crono, los que luchamos por superar nuestras debilidades, por ir un poco más rápido y lograr pasar los controles de tiempo. Son los luchadores Maquis, aquellos que cuentan con cada minuto para hacer su ruta, que no pueden desperdiciar ni un solo instante parado o pueden no superar un control.
Estuvimos unos instantes en el avituallamiento, hasta que pasaron los primeros: Roger Arguelaguer y Guillem Muñoz, dos cracks del mtb Catalán. Cuando salieron del avituallamiento, Raul les siguió por un corto tramo de carretera, y cuando estaba paralelo a ellos, preguntó que tal iban, Guillem contestó: » Muy bien tío, voy disfrutando un montón, eso es actitud Maqui».
Mientras íbamos en coche camino a la meta, Raul nos iba explicando toda la logística que había detrás de Terra de Maquis. Contaban con más de 70 personas ayudando a la organización, tanto en los avituallamientos como en la meta. De hecho cuando llegabas a la casa de colonias, había gente el parking indicando donde podías aparcar, luego las chicas te decían en que habitación estaba alojado cada uno.
Cuando acabé la primera etapa, una chica me acompañó para enseñar donde estaban las duchas. Nos colmaban de atención. En los avituallamientos, me pedían el bidón para rellenar, preguntaban si quería agua o isotónico, y mientras tanto otra persona engrasaba la cadena de la bici.
Había seis ambulancias distribuidas en diversos puntos del recorrido para llegar cuando antes en caso de accidente. Un Hospital de campaña, una moto con paramédico y desfibrilador. Varias motos, tanto abriendo como cerrando carrera y otras en puntos intermedios.
Había un autobús para recoger los que tenía que retirarse y un 4×4 con remolque para 12 bicis. Cuando una persona decidía o tenía que retirarse de la carrera, esperaba un máximo de una hora para volver a la meta. A cada hora el autobús iba y venía transportando los bikers.
Menudo desplegué, eso si es importarse por la seguridad del participante. Llegamos al cuartel general, la casa de colonias, y fuimos a lavar las bicis y tomar una cervecita.
En poco tiempo llegan los primeros Maquis y empezaron a llegar los demás, las caras no dejaban duda: Ser un Maqui era algo muy muy grande. En estos momentos, cuando los ves llegar y sus caras de felicidades, es cuando te sientes mal por no haber podido seguir hasta el final.
La primera chica, que también ha sido la ganadora de las 3 ediciones anteriores, Ada Xinxó.
Y como no, el que recibe el titulo de “ultimo Maqui”, el Caracrema, el ultimo a pasar por meta, la también grandísima Montse Mollet.
Después de todo eso que he contado, poca cosa más puedo añadir. De los que han tomado salida hoy, han podido finalizar 138. De los 220 que ha empezado la primera etapa, 82 no han podido acabar.
No hay clasificación, y el listado de tiempo se pone al revés, empezando por el “último Maqui”. Cuando vas a Terra de Maquis por primera vez, empiezas a entender el significado de ser Maqui.
Tanto si acabas como si no acabas, y no quieres volver, es que jamás has llegado a comprender lo que significa. Acabes o no acabes, si quieres volver, estás perdido, eres un Maqui y ya nada podrá cambiar eso.
¡Ah! Y una cosa más. ¡Volveré!