Suena el despertador, al parecer la noche anterior me pareció buena idea poner la alarma a las 6:30 am. Sinceramente no sé en qué estaba pensando, porque ahora mismo mi alma mira desde la cama como me arrastro hasta la cocina, pongo unas tostadas e intentó dilucidar qué me tengo que poner antes si el culotte o el maillot.
Comienzo a recobrar la serenidad y recuerdo que me tocaba ejercer de chófer y para no perder la costumbre ya voy con la hora pegada.
Paso a recoger a dos de los integrantes de la ruta, Vallejo y Ángel y ponemos rumbo al Valle del Lozoya, más concretamente al pueblo de Rascafría, que es donde hemos quedado con el resto de compañeros para dar comienzo a la jornada de mountain bike.
Sorprendentemente llegamos bien de tiempo y para amenizar la espera nos vamos a un bar del pueblo a desayunar, le pedimos tres cafés templados, si vais algún día a Rascafría debéis de saber que el término templado tiene matices en esta zona, será por los crudos inviernos, templado significa a punto de ebullición, caliente será tomarse un café en estado gaseoso.
Rascafría no es muy grande y hay que tener cuidado con no llegar demasiado tarde porque es muy probable que os quedéis sin sitio para aparcar, ya que es una zona muy turística.
Nos juntamos unas veinte personas y tras saludarnos y recordarle a más de uno (por si no se había enterado en la ruta anterior) lo gordo que estaba comenzamos a dar las primeras pedaladas en comunión, destino al puerto de Canencia.
La primera parte es muy cómoda, vamos por el fondo del valle, hacia el Monasterio del Paular, vamos charlando tranquilamente.
Una vez que llegamos al monasterio, pasamos sobre el puente del Perdón donde cogemos una pista de buen firme, que permite rodar con facilidad. En esta parte hay que tener cuidado porque se puede rodar rápido, pero surgen muchas ramificaciones, lo que puede ocasionar que nos desviemos de nuestro camino con facilidad, hay que ir atentos.
Desde aquí se pueden hacer numerosas rutas en bicicleta de montaña y andando, por lo que nos cruzamos con bastantes ciclistas y senderistas por la zona, hay que andar atentos porque los que bajan pueden coger mucha velocidad y un despiste puede ser fatal.
Poco a poco vamos ganando altura, la pista es muy cómoda y un bosque de robles nos cobija del intenso sol que cae sobre nuestros cascos. Llegamos a una primera pradera, donde hacemos un primer alto en camino para reagruparnos, beber un poco y comentar el fantástico día que hace.
Continuamos con la ascensión, ahora ya al descubierto y con un intenso calor. Un grupo de vacas que pastan a sus anchas, nos contemplan sin inmutarse, claramente deben de estar pensando “estos urbanitas están locos”. Nosotros seguimos subiendo, a nuestra espalda destaca en el horizonte siempre imponente el pico Peñalara, las vistas comienzan a ser majestuosas.
Llegamos al Refugio Juvenil de La Morcuera, aquí hacemos de nuevo un reagrupamiento, aunque la subida no tiene mucho desnivel no hay muchos descansos y el grupo se ha estirado lo suficiente como para que los primeros tengan que esperar un buen rato a que estemos todos juntos.
Desde el Albergue, bajamos rápidamente unos metros por la carretera hasta enlazar de nuevo con otra pista que nos llevará hasta el puerto de Canencia. Esta parte también tiene algunos cruces, con lo que tendremos que estar muy atentos para no equivocarnos.
Tras una subida técnica por un cortafuegos enseguida tomamos un sendero rápido y divertido lleno de saltos, curvas cerradas y algún arroyo que deberemos de cruzar. Casi sin darnos cuenta ya estamos en el puerto de Canencia, foto de rigor y a volver sobre nuestros pasos.
Aunque la ruta no esta siendo dura, las piernas comienzan a notar la fatiga, sobretodo después de un descenso largo y entre foto y foto en el puerto te quedas frío, cuesta volver a arrancar.
Tras una larga subida alcanzamos de nuevo el punto más alto de la ruta tomaremos un sendero muy técnico lleno de piedras sueltas, lo que nos obliga a ir muy atentos a lo que estamos haciendo, ya que es fácil irse al suelo.
Este sendero nos conduce directamente al pueblo de Alameda del Valle y desde allí, tan solo nos quedan 2 km de pedaleo suave hasta llegar al punto de inicio de nuestra ruta, el pueblo de Rascafría.
Una vez allí os recomendamos probar los bocatas del bar Porfirio, raciones inmensas y bocatas inmensos a muy buen precio.
Tras recuperar todas las calorías perdidas durante la jornada ( y llevarme alguna más para casa) y haber pasado una gran jornada de mountain bike junto a muy buenos amigos, por fin recordé porque puse el despertador a las 6:30 am el dia anterior.