Hace años, escuché hablar del “Infierno Cántabro”, una de las pruebas más duras del BTT Español, y como dominguerilla que era por aquel entonces nunca llegué a plantearme un reto semejante. Pero, la vida da muchas vueltas, y sobre todo cuando te gusta sufrir encima de una bici… por eso, cuando me comunicaron que debía operarme para sacar el tornillo de la muñeca, en mi mente surgió la idea de marcarme una Meta, hacer el Soplao costase lo que costase!!!
Pasaron los meses y la fecha llegó, los nervios a flor de piel porque nunca había hecho tantos kms seguidos, y no estaba segura de estar a la altura de una prueba tan exigente. El ambiente en Cabezón de la Sal, desde primera hora de la tarde del viernes, indicaba que sería una gran fiesta de BTT, de la cual disfrutaríamos más de 5.000 bikers. Recogida de dorsales y las fotos de rigor, además de tomarnos unas cañitas para ir calentando el cuerpo… jeje. A la noche, darían la salida de la modalidad ultra, donde más de 300 valientes se enfrentarían a la noche recorriendo los casi 100 kms de recorrido… Impresionante el escenario montado para darles el adiós y desearles buena suerte! Miles de personas apiñadas en torno a las vallas, dando ánimos, sacando fotos, disfrutando del ambiente! Y, con el Thunderstuck de AC/DC de fondo, los corredores se adentraron en la oscuridad para hacer leyenda o morir en el intento!
A la mañana siguiente, era nuestro turno, y los nervios apenas me dejaron probar el desayuno… el estómago no estaba receptivo y se empeñaba en hacer ruidos extraños. Preparé todo rápidamente y arranqué hacia la salida, temprano para intentar cazar un buen sitio y evitar en lo posible los tapones. Se acerca la hora, los nervios y la emoción se palpan en el ambiente, y empieza a sonar el Himno oficial de esta gran Prueba… Dan la salida y todos a la carga!!!! Concentración máxima para no caerme con los aviones que me pasan al lado arrancando pegatinas, apenas con tiempo para ver a los miles de cántabros que nos gritan desde las aceras… esto parece el Tour!
Llegan los primeros repechos y, plof! Dolor de estómago acentuado, presión abdominal y cólicos fuertes… se me baja la moral a los pies, empezar de esta forma los 165 kms que me esperan no es buena señal, puede ser el aviso de que esta prueba podrá conmigo. Bajo el ritmo en las cuestas, intentando mantener el pulso estable, pero los continuos repechos me hacen sufrir de lo lindo. Bebo a sorbitos para no deshidratarme, pues el calor ya es notable desde primera hora… y temo el efecto que podrán provocar los geles en mí ya maltrecho estómago; pero toca alimentarse y algo habrá que meterle al cuerpo! En principio, no voy a peor, así que continúo manteniendo un ritmo tranquilo, saludando a todos los conocidos con los que me encuentro e intentando disfrutar todo lo posible del gran ambiente que me rodea.
Tras varios repechos de subida y bajada, llega la temida Cocina, una sucesión de rampas de hormigón que obligan a hacer un esfuerzo extra para no echar pie… paso estos kms sin complicación y, tras una bajada corta, iniciamos el ascenso por carretera a las Cuevas del Soplao. Aquí puedo coger algo de alegría en las piernas e incluso paso a alguna gente y, sin apenas darme cuenta, ya casi llevamos 50 kms.
De pronto, pasamos una zona de piedras que en invierno suele ser un regato… Haciéndome la valiente, decido pasarlo montada, haciendo caso omiso del resto de ciclistas que van con la bici por la mano; resultado: choque con la rueda de un compañero que no se apartó y al suelo! Por suerte, sin mayores consecuencias, por lo que continúo con ganas para iniciar el ascenso al famoso Monte A, aunque bien podría llamarse AY, teniendo en cuenta el múltiple uso de esta onomatopeya entre los presentes. Lo bueno es que a pesar de las duras rampas, los ánimos de la gente dan un empujón extra que aleja los pensamientos negativos.
Ya se avecina el final del puerto, y por fin una bajada para poder descansar, aunque el descanso es más bien limitado, por los sucesivos botes que hacen resentir mi mano. Salimos a carretera y recorremos unos kms por asfalto, para adentrarnos en una nueva subida que nos conducirá a lo alto del Moral, aunque más que subir parece que la moral va en descenso… más de 11 kms que harían que muchos diesen por finalizada su prueba. Otros, seguíamos adelante sin escuchar los quejidos del cuerpo, y disfrutando de las vistas y los aplausos del público… y claro está, de las ricas gominolas que algún espectador suele repartir entre los sufridores.
Bajada rápida y divertida, y sintiendo que este reto ya casi está en el bolsillo; ya solo quedan unas cuestecillas y finiquitado! Jeje. Todavía quedaba afrontar la subida más larga, la Cruz de Fuentes, unos 15 kms de continuo ascenso que me dejarían sin agua y casi sin energías; aunque siempre hay algún buen samaritano dispuesto a compartir sus víveres! Consigo culminar con éxito y me emociono al ver un avituallamiento en lo alto. Aprovecho para reponer fuerzas, que me permitirán afrontar una nueva bajada, la cual pronto volverá a convertirse en subida, para enlazar con Ozcaba y Venta Vieja. Después de tantas subidas, un descenso siempre alegra, aunque el final ya me cansa y estoy deseando pillar algún llano donde descansar la mano.
De pronto, veo que se acerca mi gran amiga Silvia García y me alegro de poder compartir con ella unos kms, sobre todo en este punto donde la cabeza ya es el principal combustible. Acabamos juntas el descenso y atravesamos Corre Poco haciendo honor a su nombre…jajaja. El barro hace que nuestras cansadas piernas todavía se fatiguen más, pero no vamos a dejar que esto nos impida disfrutar del temido Negreo!!!
Silvia, conocedora de la subida, me va dando consejos sobre cómo encararla, pero no es algo que te puedan contar… hay que estar allí para vivirlo. Primera rampa de hormigón, donde los gritos hacen que mis piernas vuelen, aunque en la siguiente rampa ya se me acaba la alegría. Parada rápida en el avituallamiento y a seguir pedaleando!!! Las continuas rampas de hormigón ponen los hígados en la boca, y obligan a tirar de riñón para que la bici no haga caballitos… Cuando pienso que lo peor ya ha pasado, veo delante la rampaza, con una pendiente de más del 30%! Oh My God!!! Silvia me dice que no va a poder, pero la animo para que lo intente, y así, con un par, nos peleamos con ella hasta que la dejamos KO. Qué sensación de placer al llegar arriba y sentirse vencedora… el Negreo no pudo con nosotras! Pero aún queda los restantes 25 kms que nos conducirán a Cabezón de la Sal.
Bajada rápida, donde debo aflojar en algún punto por sufrir calambres en el brazo, pero pronto cambia el terreno y vuelvo a sentirme cómoda. Último tramo por asfalto, donde los relevos hacen que vayamos a gran velocidad…
Y, cogidas de la mano, entramos en Meta! Aplausos, gritos, emoción contenida que invita al llanto! Muy feliz por haber superado El Infierno, y por vivir una experiencia única en la vida! Gracias a la organización de los 10000 del Soplao por trabajar duramente cada año y a las gentes de Cantabria, por ofrecernos la oportunidad de sentirnos profesionales por un día.