Tan solo 6 días después de de la VolCat, tocaba volver a calzarse las zapatillas y lanzarme a la conquista, a lomos de la Ultimate, de la 4 Picos Pontevedra!!! Más de 130 kms por los montes pontevedreses, coronando el Lago Castiñeiras, A Fracha, Acival y finalmente el Castrove, con sus más de 11 kms de ascenso.
En calor haría que la jornada, ya dura de por sí, se endureciera más y pusiera a prueba a los más de 1.000 bikers que osaban afrontar este desafío. Las modalidades eran variadas, pudiendo participar en individual, parejas, ruta corta o larga, modalidad combinada Bike & Trail… vamos, que no había excusas para saltársela. Este año, la casualidad quiso que participara con dorsal de lujo, nada más y nada menos, que el del gran Javi Busto… mala elección de representante, pues esa posición number one pronto pasaría a ser mucho más alta! Jajaja.
A las 8:30 dan la salida a los valientes que treparíamos los cuatro picos, y arrancando en el primer cajón, salgo rodando a ritmo cómodo y compartiendo los primeros kms con Lucía Vázquez, que optó por no calentarse al principio e ir de menos a más… y tanto a más que fue! Por mi parte, la idea era mantener un ritmo cómodo y ver como respondían las piernas, aunque en el primer pico fui consciente de que iba a ser un día largo… jajaja. Subida tendida, por pista ancha, que permitía llevar un ritmo alegre, más alegre aun cuando los gritos de Fran Valiñas empezaron a inundar el ambiente a través del megáfono… jeje. En los últimos kms de este primer ascenso, me da alcance Sonia Costoya, con la que compartiría gran parte de la ruta, aunque a punto estuve de dejarla irse con los acelerones que pegaba al principio.
Entre las dos fuimos remando durante kms y kms, disfrutando de la compañía y de los paisajes, con ritmo cómodo en las subidas, y dando lo máximo en las zonas rodadoras, entrando en la zona 0, punto medio de la carrera, con un tiempo más que aceptable. Tras pasar la línea de meta esta primera vez, decidimos avituallar antes de continuar nuestra andadura; casi apetecía quedarse allí tomando una cervecita y charlando alegremente… jajaja. Pero tocaba seguir, y lo que restaba no iba a ser fácil!
Al principio, rodaríamos por terreno cómodo, parte por asfalto, hasta llegar a los primeros repechos, que harían pupa en las piernas después de tantos kms de carrera. En esta zona, pierdo de vista a Sonia, que se queda algo rezagada, y decido esperarla en el siguiente avituallamiento, donde aprovecho para comer algo y rellenar botellín de nuevo… el calor hace que la deshidratación sea el principal enemigo. Volvemos a reagrupar y seguimos adelante, en persecución del temido Acival, donde sus rampas harían que las energías bajaran casi a cero, y me harían perder de nuevo a mi compañera.
Enlazo con varios ciclistas que llevan un buen ritmo, y decido seguir, aprovechando que de momento todavía quedan fuerzas… pero en las últimas rampas, los pies empiezan a recocerse y apenas puedo pedalear. Comienza una odisea en busca de algún charco o fuente donde refrescarlos, pero por desgracia en esta parte del recorrido no encuentro ninguna… ya casi estoy a punto de parar y descalzarme, cuando veo mi salvación: un hombre lavando el coche con una manguera!!! ALELUYA! Le pido por favor que me riegue los pies, y entre risas, cumple mi deseo, menudo relax! Le doy las gracias de corazón, y consigo seguir, ahora algo más cómoda y con los pies fresquitos.
Rodamos un buen rato, por terreno rompepiernas, para empezar la última subida de la jornada, el Monte Castrove, el más largo pero también el más tendido de los cuatro. A pesar de no ser una ascenso complicado, mi cuerpo parece querer decir basta y las sensaciones empiezan a ser extrañas; las piernas se mueven pero los escalofríos me recorren y temo entrar en modo pájara. La ventaja es que soy cabezona y no voy a rendirme cuando tan solo varios kms me separan de la cima… así que, agarro fuerte el manillar y sigo tirando siempre hacia arriba. Cuando, por fin, avisto las antenas que ocupan el punto más alto, casi me emociono, ahora prácticamente es todo bajar y el trabajo está hecho.
Antes de iniciar el descenso, me tomo un gel para recuperar un poco las fuerzas y no bajar a trompicones, y parece que hace efecto al instante, pues a los pocos kms ya noto que las piernas vuelven a funcionar. Pequeña parada en la bajada para dejar una cámara a un compañero averiado y a tope hasta meta, sin pensar en el dolor. 7h 45 minutos y 132 kms, muy satisfecha con el resultado, y sobre todo por haber acabado a pesar de los momentos críticos.
Felicitar a Global DXT Pontevedra, por una organización tan sumamente cuidada y un trazado completo y divertido… y enhorabuena a todos los participantes que lograron ser Finisher en una prueba tan dura!
Sin olvidarme, claro, de dar las gracias a Busto que me permitió suplantar su identidad por un día, pena que las piernas no vinieran incluidas!!! Jajajaja.