Lo que iba a ser un año de relax debido a una rotura de lenta curación, se convirtió en la temporada de las matadas!!! Por si un 101 Peregrinos, el Desafío Terras de Turonio, o un Soplao no eran suficientes, me aventuré a apuntarme a la Gran Ruta Celta, un ultramaratón de 180 kms, que este año se convertiría en Campeonato Gallego de la modalidad. Como decir que no a una prueba de estas características, y celebrada en casa, recorriendo los montes del Barbanza, los senderos más recónditos de Outes y los múltiples parques eólicos de las Paxareiras.
La prueba arrancaría de la Alameda de Noia el día 04 de Junio, y unas 400 personas formarían parte del evento, repartidas entre las distintas distancias a recorrer. Corredores de la talla de Brandán Márquez o Delmiro Rodríguez, se colocaban ya en la línea de salida antes de las 8:00 de la mañana, hora a la que tendría lugar el inicio de la prueba. Mis ganas de correr estaban al 50%, tras haber pasado dos malas semanas de poco descanso y cero entreno, algo poco aconsejable para afrontar una distancia de esta magnitud. Animada por mis compañeras de fatiga, decidí hacerlo lo mejor posible y, en el caso de que las fuerzas me abandonasen, siempre podría quedarme en la distancia maratón, con 100 kms que ya no estaban nada mal.
Dan la salida, y el ritmo empieza tranquilo, neutralizado por la organización hasta pie del primer puerto, el San Lois, que se subiría por asfalto para ir calentando patas. Me pasan muchos corredores, pero mantengo mi ritmo, no es cuestión de quemarse ya en las primeras rampas… Una vez arriba, bajamos un poco y llegamos a Camboño, donde un repecho de hormigón haría picar las piernas, y nos conduciría a la subida al Iroite, paraje espectacular da Serra do Barbanza. Qué alegría llegar arriba y ver este hermoso paisaje, que llevaba tiempo sin visitar y donde me inicié en el BTT; paso por la zona de las Chans y rodaje rápido hasta llegar a la Curota. En este punto, toca avituallar, y nos comentan que hay opción de subir al mirador para ganarse una camiseta; sopeso las posibilidades, pero es mejor no desgastar… voy a necesitar todas las fuerzas para afrontar lo que queda.
A estas alturas de la ruta voy en compañía de Sonia Costoya y Silvia García, esta última demasiado fuerte para mis capacidades actuales, con lo cual voy con el gancho durante un buen rato. Toca rodar por la balconada, y el ritmo es demasiado alto, noto que mis piernas se están cargando en exceso y decido descolgarme y seguir mi propio ritmo. Sonia decide continuar conmigo, y las dos nos encaminamos a la siguiente subida, el Monte Muralla, donde se decidirá quien vive y quien muere! Jajaja. Subida dura, a base de repechos cargados de hierba y con pendientes bastante elevadas… pero, poco a poco, conseguimos coronar con éxito y nos ganamos un descenso rápido que nos conducirá de nuevo a Noia.
Pasamos por meta dentro del tiempo de corte, y mis patas dicen que ya es suficiente, pero Sonia no me va a permitir rendirme y me obliga a seguir… Veo a Xisco, que ha decidido parar, ya que tiene molestias en un hombro y tuvo algunos problemas con las señales; me llama loca por seguir, pero no es nada nuevo! Jajaja. Me lanzo al avituallamiento, donde Anuska Vilas nos atiende como a auténticas profesionales, y me echo un puñado de gominolas al bolsillo; parece que hoy serán mis mejores aliadas, jeje. Y, rápidamente, continuamos nuestro camino hacia lo desconocido.
Subida por el cementerio de Sta. Cristina, donde la pendiente ya hace plantearse dar la vuelta, y rodeo por el lateral del polígono de Agualevada, para dirigirnos por carretera hacia la central del Tambre. Hermoso lugar donde entran ganas de pararse un rato, pero no podemos dormirnos, ya que todavía quedan más de 70 kms. Cruzamos el puente colgante, que se balancea suavemente a nuestro paso, para atravesar el río y adentrarnos en la zona de Cando, donde los montes son frondosos y cálidos. Recorrido por los caminos del Formigueiro, en Ponte Nafonso, para llegar a Outes, e iniciar nuestro ascenso hacia las Paxareiras. Por el camino, encontramos a la gran Isabel Sendón, animando a pleno pulmón, lo que ayuda a venirse arriba y no decaer! En esta zona enlazamos con un grupo de chicos del C.C. Riazor, con los cuales haríamos grupeta, apoyándonos unos a otros.
Parada de emergencia en el avituallamiento, donde devoramos como si lleváramos días sin comer; menos mal que son completos y ayudan a recargar las pilas. Y, de nuevo, retomamos nuestro camino, que nos acabará conduciendo de nuevo a este mismo punto después de varios kms. Poco sabíamos sobre lo que se avecinaba antes de volver a pasar por este lugar… de hecho, se podría bautizar la ruta como La Gran Ruta de los Parques Eólicos, ya que fue lo más abundante a lo largo del recorrido!!! Empezando por Paxareiras, continuamos bordeando la montaña hasta llegar a la altura de Carnota, donde las vistas nos dejan sin aliento. Por fin, llegada al punto más alto de esta parte, As Forcadas, donde Ezequiel Mosquera nos espera con un nuevo avituallamiento. Nos paramos un buen rato a charlar con él y reponer fuerzas, e incluso nos permitimos el lujo de sacarnos unas fotos con este increíble paisaje de fondo…
Toca bajar unos kms y descansar un rato las lumbares… y el culo!!! Nuestros colegas se adelantan un poco y al rato los avistamos en una subida lejana… Oh no! Todavía queda una buena repechada y unos cuantos eólicos más por ver… Cuando la pendiente cambia su tendencia ascendente y empieza a empinar hacia abajo, no lo podemos creer y, al distinguir el avituallamiento de Carleo a lo lejos, damos saltos de alegría; solo quedan unos 15 kms y esto se acaba! Para sorpresa de las dos, nuestros fieles escuderos nos están esperando, se ve que todavía quedan caballeros!
Y así, en pelotón, afrontamos esa última parte de la ruta, que pasará por Outes antes de dirigirnos a nuestra ansiada meta en Noia. Al pasar por Ceilán, mi aldea natal, no puedo creer lo que ven mis ojos: allí, en medio de una rotonda, está toda mi familia animando a voz en grito!!! La ilusión casi hace saltar las lágrimas! Me vengo arriba y empiezo a tirar del grupo como si no hubiera un mañana. Tanto me emociono que llegamos a Noia a todo gas, y nos faltan dos de la manada!!!
Esperamos por ellos, para poder entrar todos juntos, pero los chicos nos animan a que entremos nosotras y, tras un rato, decidimos pasar el arco de meta cogidas de la mano!!!
Hay momentos en la vida que quedan congelados en el recuerdo, y éste fue uno de ellos; en un día en que mi cuerpo no tenía fuerzas para continuar, las ganas y los ánimos pudieron más. Sonia, amiga, esto es sufrir y lo demás son tonterías! Lo conseguimossssssssssssssssss!!!