Tras VI ediciones, cada cual más exitosa, un año más se celebraba en Ponferrada una de las pruebas de resistencia más aclamada de los últimos tiempos, los 101 Peregrinos. Este año tenía claro que los resultados no iban a rozar siquiera los obtenidos el año anterior, pero igualmente quería disfrutarla al máximo y compartirla con los amigos; y si podía hacer un tiempo decente, mejor que mejor.
El viernes viajaba a Ponferrada, dirección al Toralín, donde el día fue movido, con gente desfilando desde primera hora de la tarde para la recogida de dorsales, y un gran despliegue de militares, que nos atenderían durante la prueba y cuidarían que todo fuese sobre ruedas.
Gente de toda España se reunía en el pabellón, incluso grandes campeones de la talla de Brandán Márquez y Marga Fullana. A las 21:00 nos juntábamos un gran número de personas para degustar la cena de la pasta, y la sorpresa fue encontrarnos que incluso nos habían montado orquesta para amenizarla. Tras la cena, cada uno a su hotel, e intentar descansar para el día siguiente, que iba a ser muuuy largo!
Madrugón para estar pronto en la salida, aunque este año contábamos con una variante; nos organizaríamos en cajones, por tiempo estimados… el fallo, que la estimación la hacía el propio participante, y está claro que hay gente muy optimista! Jeje. Dudando sobre si meterme en el segundo cajón, opté finalmente por una posición rezagada en la cola del primero, más que nada por evitar los tapones que se forman en los primeros kms. Antes de la salida, las sensaciones no eran muy buenas, me notaba con pocas energías, pero eso no era excusa para no dar lo mejor de mí misma. Así que, en cuanto dieron la salida, comencé a rodar con todo lo que permitieron mis piernas, eso sí, con cuidado de no caerme con la tremenda estampida!
El principio muy rápido, como de costumbre, aunque pronto llegarían los fuertes repechos donde los tapones harían imposible subir todo sobre la bici; así que tocaba echar pie a tierra y a patear por las cuestas. Tras varios kms de sube y baja continuo, con zonas de barro casi impracticables, cada uno cogía su sitio y se podía rodar más cómodo, siempre que las energías acompañaran… en mi caso, las sensaciones eran de pesadez y cansancio, pero no iba a rendirme tan fácilmente. Mi cabeza estaba centrada en llegar con fuerzas a la larga subida del Ferradillo, que comenzaba a mitad del recorrido… casi 30 kms que podían pasar factura si no se sabía dosificar. Curiosamente, empiezo a subir, y me noto bastante bien, quizás ayudara el hecho de ir pasando gente que iba más justa que yo, pero no se me hizo tan larga como la última vez. Así que, en cuanto corono, intento disfrutar de la bajada sin forzar demasiado la muñeca, y no voy mal del todo… incluso la disfruto. Ya solo quedaba afrontar los últimos 15 kms, desde luego lo más costoso del recorrido, pues el terreno rompepiernas salpicado de repechos acababa de vaciar esas energías residuales… Lo positivo, que ya lo conocía del año anterior, por lo que de esta vez no me pilló por sorpresa, aunque mis sofocos me costó… jeje.
Emotivo de verdad, el paso por el Castillo de Cornatel, donde los ánimos de la gente, la representación de los templarios creando un pasillo para nosotros, unido al increíble paisaje, hacían que los pelos se pusieran de punta; sigo recordando esos momentos y me emociono. Y, por fin, tras 104 km (de esta vez se le colaron algunos de más), entrada en meta con la mayor de las sonrisas; quien lo iba a imaginar cuando arranqué por la mañana… Parada del crono en 7 horas 37 min, no está tan mal! Eso sí, para el año vuelvo a mejorar ese tiempo!!! Jajaja.
Felicitar en primer lugar a la organización y cientos de voluntarios que se volcaron en hacer que todo fuese perfecto, a todos los participantes, tanto de bici como del resto de modalidades, por ser capaces de superar este duro reto, y a los grandes campeones que son inmensos!!! Y agradecer a mis patrocinadores, Rumblebikes, Saracén e Iberobike, por equiparme a tope para disfrutar de tantas y tantas aventuras.
Suma y sigue!!!