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¿Sin dopaje en el ciclismo no hay tanto espectáculo?

El caso de dopaje de Lance Armstrong supuso un antes y un después en el ciclismo profesional. Aunque el uso de sustancias prohibidas no se ha erradicado por completo, los controles más intensos de las autoridades han hecho que sea casi imposible utilizar sustancias prohibidas. - Benutzer Hase

El dopaje en ciclismo es algo de lo que se ha hablado largo y tendido desde que comenzaron a salir a la luz publica este tipo de prácticas.

Ojo, no confundamos el título del artículo con querer hacer apología del dopaje, ni mucho menos, que hoy en día ya se sabe como está el patio. Basta decir algo que no le gusta a alguien, para que este se te tire al cuello sin miramientos…

Otra de las cosas de las que se habla últimamente en los corrillos ciclistas, sobre todo fuera del entorno de los ciclistas profesionales, es del poco espectáculo que se ve en las grandes vueltas de tres semanas, incluso en las de una.

A la vista está, que pese a las kilométricas etapas, la multitud de puertos de montaña, a cada cual más empinado y revirado, y al empeño de muchos ciclistas por despuntar, al final, la mayoría de estas etapas se deciden en el último kilómetros, y a veces ni eso.

¿Cómo es posible que haya tanta igualdad entre los favoritos y siempre sean los mismos?

No se trata de señalar a uno, o exculpar a otro, no hablo de si uno va dopado y el otro no, de si uno realiza una hazaña imposible sin ayuda externa, o si otro gana siempre y no deja ni las migas a los demás.

A día de hoy, tenemos en el pelotón internacional a 4 o 5 fuera de serie, super-jóvenes, y capaces tanto de atacar en montaña, en llano, ganar contra el crono, en carretera, mountain bike, ciclocrós, gravel bike, y lo que se le ponga por delante.

Además, suelen atacar cuando les viene en gana, y no esperan ni al último puerto, ni a los últimos dos kilómetros, y si pueden entrar en solitario en meta mucho mejor que ir acompañado.

Claro está, que estos 4 o 5 fuera de serie, portentos naturales, no suelen ni competir siempre juntos, ni tampoco correr todas las grandes vueltas por etapas.

En el Giro de Italia pudimos ver como las fuerzas estaban tan igualadas que prácticamente ningún favorito podía atacar al resto

Volviendo al tema dopaje, hoy en día, aunque como vemos cada cierto tiempo, siguen saliendo a la luz casos de ciclistas profesionales dopados, el control de todos los implicados para que el ciclismo sea un deporte «limpio», es cada vez mayor.

Hacer trampas es complicadísimo, y a diferencia de antaño, supone que todo el mundo te señale de por vida por haber hecho trampas.

También es conocido por todos, que los años más oscuros del ciclismo, hablando del dopaje, quizás fueron en la década de los 80, 90 y 2000, pese a que existiese desde mucho antes.

A partir del caso de Lance Armstrong, el control ha ido aumentando, así como los métodos para detectar sustancias prohibidas, e incluso motores ocultos en las bicicletas.

Quien lleve tiempo en esto, también recordará que antes las etapas con escapadas y ataques épicos, era mucho más comunes, y cada cierto tiempo algún ciclista, por arte de magia, una temporada o en un periodo de tiempo corto, despuntaba.

Hoy en día, esas cosas no ocurren muy a menudo, quizás me atrevería a decir que casi nunca.

Otro de los factores que mata el espectáculo es el control milimétrico de los ciclistas

No toda la culpa es de que ya no haya tanto dopaje en el ciclismo. Sí, lo hay le pese o no a alguien, solo has de hacer click aquí para verlo con tus propios ojos.

Los pulsómetros, los potenciómetros, los medidores de sangre en tiempo real, hasta los famosos pinganillos, han hecho que el ciclismo sea cada vez más aburrido, o menos interesante que antes.

¿Cuándo fue la última vez que viste a un ciclista profesional, de los favoritos, con una pájara?

Tienen todo tan medido, que es casi imposible que un ciclista se quede totalmente desfondado. Sí, hay quien se pasa de vueltas y ha de levantar el pie del acelerador, pero poco más.

Muchos nos quejamos del poco espectáculo en las grandes vueltas por etapas como puedan ser el Giro de Italia, el Tour de Francia o La Vuelta Ciclista a España.

Esperar 190 kilómetros para que ocurra algo entre los favoritos día tras día, con la esperanza de que «hoy sí», pero no…

Está claro que el dopaje es una lacra, y quienes se dopan no solo engañan al aficionado, a su equipo, su familia, sus patrocinadores, y a si mismos, pero antes la gestas épicas le hacían levantarte del sillón, comerte las uñas y no pestañear durante toda la etapa. El aficionado lo vivía más intensamente y generaba mucha más afición. Aunque siempre existían las etapas donde se te cerraban los ojos durante algunos minutos.

Hoy por suerte ya no hay tanto dopaje, o eso queremos creer, pero tampoco hay tanta emoción en el ciclismo profesional, salvo cuando corre alguno de los fuera de serie con su desparpajo natural, ya que nunca se sabe lo que va a pasar.