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¿Qué pasará cuando volvamos a salir a la calle tras el coronavirus?

¿Qué pasará cuando volvamos a salir a la calle tras el coronavirus? - Archivo.

Algunos ya están pensado en el final de toda esta pesadilla, cuando el gobierno permita volver a salir de sus casas a los ciudadanos tras haber superado el pico de contagiados por el coronavirus.

Aunque aún nos quedan bastantes días recluidos al parecer, convendría ir haciendo una reflexión para prepararse para lo que se nos viene encima, no solo por lo económico y lo social, también en lo psicológico.

Teniendo varios amigos y familiares psicólogos, antes de plantearles ciertas preguntas que a continuación relataré, y que seguro me van a contestar con palabros y manuales aprendidos de memoria, me he puesto a divagar sobre qué pasará cuando volvamos a pisar la calle libremente, cuando volvamos a nuestros centros de trabajo (los que puedan), cuando volvamos a ver a nuestros amigos, cuando nos volvamos a subir a nuestra querida bicicleta

Supongo que las medidas de contención del virus, al igual que las han ido implementando poco a poco para no crear una psicosis general que bloquease aún más el tema, nos las irán aplicando paso a paso, permitiendo a ciertos grupos de la sociedad volver a su rutina diaria (la que antes de todo esto teníamos cada uno), y seguro que se seguirán aplicando ciertas medidas de seguridad e higiene bastante severas.

Angustia, sensación de peligro, ansiedad

Estos son algunos de los síntomas que los psicólogos creen que padeceremos cuando volvamos a nuestra rutina «normal», normal entre comillas, ya que el principal problema al que nos enfrentaremos, es que pocas cosas serán igual a como eran hasta hace un par de semanas. Al menos durante un tiempo.

Si se consigue una vacuna eficaz y que llegue a todo el mundo, este nuevo escenario al que nos enfrentaremos quizás sea muy parecido al que dejamos atrás el pasado sábado con el Estado de Alerta. Pero por el momento hay que seguir esperando a ese milagro que están intentando crear científicos de todo el mundo.

Imagina que estamos 30 días sin poder salir de casa

En esta casuística, sin vacuna eficaz aún, muchos ya nos habremos medio acostumbrado a estar dentro de casa, y salir a comprar comida y poco más. Salvo que en algún momento dejen salir a practicar algunos deportes.

Los que no se hayan contagiado en este tiempo, seguirán teniendo la precaución social a infectarse con el virus, y tomarán todas las medidas que estén en sus manos para no contagiarse: guantes, mascarilla, gafas, no tocar las cosas, desinfectante siempre en el bolsillo, etc.

Pero estas medidas personales serán también para hacernos sentir a nosotros mismos algo más seguros en nuestra nueva vida tras el coronavirus.

Ahora demos un paso más.

Muchos tendrán que volver a sus trabajos, en el caso de que no los hayan perdido o no hayan dejado de acudir en este tiempo. El ejemplo de la restauración quizás sea uno de los más «visuales» de los que nos podremos encontrar dentro de treinta días.

Imagina entrar a un bar a tomar un simple café o una coca-cola tu primera mañana de «libertad». Camareros con guantes, mascarillas, limpiando continuamente todo con un paño y desinfectante, hablándote desde cierta distancia, carteles de precaución con diversas indicaciones…

Bién, vamos a sumarle una ingrediente más a la paella mental. Imagina que has quedado por fin con tu compañero de toda la vida para ir a dar unos pedales y respirar el aire fresco primaveral y soltar toda las tensiones acumuladas entre los muros de nuestras viviendas.

Has quedado con él en el bar donde tú ya te encuentras, junto a más personas alrededor tuya, para tomar el café antes de salir de ruta.

Cuando te reencuentres con tu amigo , ¿qué harás?

Si en vez de un virus hubiese sido un huracán que ha durado un mes (huracanazo este!), lo más normal es que le dieses un abrazo de oso, mil apretones de manos, y hasta alguna cachetada en la cara/cuello diciendo, «¡estás más delgao cabronazo!».

Pero es el coronavirus, no un bonito huracán primaveral.

Posiblemente en muchos casos no habrá apretones de manos, ni abrazos y mucho menos cachetadas en la cara. Solo conversación y pedales.

El miedo al contagio nos durará un tiempo, impreciso, tanto el miedo general como el individual, y seguramente será más o menos agudo en unos y otros dependiendo de las noticias con las que nos bombardeen en la televisión y las redes sociales. Y claro está, en lo que nos creamos y como lo creamos.

Un buen ejercicio es intentar leer o ver (ya sabemos que es difícil, pues es la noticia que está por todas partes) cosas que no tengan que ver con el coronavirus, para que nuestra mente se distraiga y no estemos en tensión continua. Pero será difícil para la gran mayoría, así que saldremos a la calle con tensión, alerta y muchos pensamientos.

Pero esta casuística es la más sencilla, un café con un amigo y una vuelta en bici de 35 km y poco más. Recuerda que hay que empezar poco a poco, y muchos tendrán la forma física a 0 o incluso en negativo. Otros vendrán como toros de quemar goma en el rodillo y hacer sentadillas.

Cada persona será su propio mundo, pero todos nos tendremos que enfrentar a la nueva realidad, una realidad que será muy distinta a la que nuestra mente ya estaba acostumbrada desde hace décadas.

Por ponerte ejemplos más complejos, imagina un gimnasio, las piscinas públicas en verano, las reuniones en grupo de varios amigos, los bares con mucha gente sin respetar el metro de distancia entre ellos o no llevar mascarilla, tocar cosas sin guantes, las competiciones ciclistas, donde se sale y se pedalea codo a codo, se escupe, se tose, etc. Los conciertos, el cine, los festivales, el simple hecho de ir en metro o autobús unos pegados a otros, probarse ropa en un comercio, dejar a los hijos solos en clase con el resto de niños, y cualquier actividad cotidiana que antes realizábamos sin más, sin pensar en, «joder cuanta gente hay aquí«, o «¿quién habrá tocado esto» o «este seguro que ha estado ya se habrá juntado con mil personas y seguro que lo lleva».

Puedo estirar más la mente y llegar a mil y un casos en particular, pero lo que está claro es que habrá un antes y un después del coronavirus en nuestras vidas, tanto en lo económico como en lo social, pero también en nuestra propia mente y nuestra forma de actuar, o mejor dicho, de interactuar con el resto de personas.

¿Como crees que actuarás tu cuando podamos volver a nuestro día a día «de antes»?

¿Cambiarán tus hábitos y la forma de relacionarte con otras personas?

En mi opinión, con vacuna o sin ella, terminaremos por acostumbrarnos. Unos tardaremos más y otros menos, pero dejando el dinero y el trabajo a un lado, somos sentimientos y tenemos seres humanos. 😉

Si has leído hasta aquí, tienes derecho a leer la segunda parte del artículo, escrita dos semanas después del confinamiento y de este escrito: