Hay comentarios desafortunados, pero los últimos del gerente del equipo ciclista Deceuninck-QuickStep, Patrick Lefevere, en la columna que escribe semanalmente en el diario Het Nieuwsblad, no han sentado muy bien a la crítica.
Lefevere, de 66 años de edad, ha cargado contra diversos ciclistas profesionales a los que considera enfermos mentales y con los que ha trabajado en el pasado.
El belga ha repartido a diestro y siniestro sin ni si quiera importarle contar algunos detalles que no deberían salir a la luz.
«Nunca he tenido ciclistas mentalmente inestables en mi equipo, pero definitivamente tuve algunos especiales»
Patrick Lefevere
Algunos nombres que ha mencionado seguramente te suenen.
De Tim Declercq comenta que tiene todo entre oreja y oreja, pero cuando se trata de montar en solitario se ahoga el solo.
«Rémi Cavagna no es un tipo nervioso, su afición es la pesca, pero a veces le llega el estrés. Algunas personas dicen que Remco Evenepoel no puede controlar una bicicleta, pero al principio, Rémi tenía miedo incluso de coger el bote de agua o incluso levantar la mano cuando ganaba«.
Sam Bennett se lleva la peor opinión de Patrick Lefevere
Para el patrón del Deceuninck, el irlandés Sam Bennett se lleva la palma de desequilibrio mental dentro del ciclismo profesional.
Según Lefevere, vuelve a la casa donde no le trataron «muy bien»:
«Dejo el Bora y contó a todo el mundo cómo fue ‘intimidado’ y casi arruinado, rozando la depresión, pero luego regresó al equipo catorce meses después. Es lo mismo que ocurre con las mujeres que regresan a casa después de un abuso doméstico«.
Bennett volverá al Bora-Hansgrohe tras pasar dos años en el equipo Deceuninck-Quick Step.
Lefevere wrote his column on mental stress.
— José Been (@TourDeJose) July 31, 2021
“To me Sam Bennett is the peak of mental weakness.
Telling everyone he got bullied at Bora, that he almost was depressed and bankrupt but then return after 14 months, is like the woman who returns home after domestic abuse.” pic.twitter.com/4zx5U0qjyB
Algunos han calificado los comentarios del Lefevere como imperdonables, pidiendo que se jubile ya de una vez.