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Crónica Gironès MTB Challenge 2017

Gironès mtb Challenge, la primera de una serie de cuatro maratones denominadas Mtb Challenge Series (www.mtbchallengeseries.com) repartidas por todo el territorio catalán.

Según nos cuentan en su web teníamos un 75% de senderos, 20% de pista y sólo 5% de asfalto. Vamos lo que viene siendo el paraíso para los que amamos los caminos de menos de dos metros de ancho. Además, la poca pista que hay se concentrará en el inicio, hasta el km15, para estirar el pelotón y que cada uno se coloque en su posición natural.

Todo apuntaba a un día espectacular disfrutando del paraíso pero todo cambió a partir del km15.

Pero empecemos por el principio.

Corría en parejas con mi buen amigo Sergio luciendo la ropa de Dr.Nectus Team, y como la carrera empezaba a las 10am, una hora poco habitual, no tuvimos que madrugar demasiado y llegamos a St. Geroni sobre las 9am con el tiempo de sobra para recoger el dorsal, saludar a muchas caras conocidas, vestirnos de torero e irnos a colocar tras el arco.

Tenía los típicos nervios pre-carrera de no saber lo que te depararía el día, esas mariposas en el estómago que hacen que te sientas inquieto, tenso y con ganas de empezar a rodar.

Sentía la presión por no lastrar a mi compañero, no por hacer un buen papel ya que había muchísimo nivel y gente de renombre, como por ejemplo, Javier Salamero (equipo Berria Bike), Carlos Portilla(Scott Bikes), Ismael Ventura y Pau Zamora (Buff Scott mtb), Julen Zubero, el belga Jens Schuermans, Sandra Santanyes (Olympia Cicles).

Llega la hora y se da el pistoletazo de salida.

Se sale muy rápido y como no soy demasiado bueno metiendo codo Sergio se me aleja un poco. Se palpa en el ambiente la tensión de adelantar para colocarse bien al entrar en los primeros senderos. Yo voy colándome por los palmos que quedan libre para llegar hasta mi compañero. Me noto un tanto forzado por salir totalmente frío pero intento ir controlando las pulsaciones y no quemarme.

Cómo ya sabíamos y nos habían dicho, los primeros 15 kilómetros eran de pista pero de las que apenas caben tres ciclistas en paralelo, todo ello alternando tramos de sendero ancho pasando por las zonas de Vileta, Cartellà y Canet D’Adri, por esa razón no se estiró el pelotón hasta pasados cinco o seis kilómetros.

Como decía, se mascaba la tensión en el ambiente, tanto que en un tamos de bajada por pista estrecha con algún que otro bote traicionero a un ciclista de delante le rebotó la rueda trasera haciendo el escorpión y salvando de milagro que tanto yo como Sergio le pasáramos por encima. No sé ni como salvé la caída, recuerdo que llegué a chocar con su bici y que Sergio que iba un metro por detrás pudo esquivarlo, pero no pudimos parar a ver como estaba el chico. Espero que esté bien y que se quedara todo en un susto.

Continuamos y el ambiente se relaja, ya cada uno está en su lugar, no estamos tan amontonados y sobre el kilómetro diez empezó mi tortura al quedarme sin aire en la horquilla e ir totalmente abajo. Me preocupé mucho, no quería continuar por miedo a romper algo más pero por no dejar tirado a mi compañero disipé los demonios de mi cabeza y seguí.

Foto sobre el km15 y ya veis la suspensión casi abajo.

Uno no se acuerda de lo bien que va hasta que deja de ir. Era un terreno ideal para bici de doble suspensión y donde las rígidas sufrían, pues imaginad ir sin amortiguación. Al principio bien, notaba como tiraba más de brazos pero en general bien, aunque pasados unos kilómetros iba descontrolado. Y gracias a los puños Siliconegrips que no acabé peor, con el temible dolor de manos y que en alguna bajada hubiese besado el suelo por no soportar más agarrar el manillar.

Después llegamos a Adri i la Mota donde empezó el paraíso. Eso sí que son senderos!

Dos palmos de ancho, con muchísima vegetación a cada lado, donde no se podía adelantar por ningún sitio, bajadas de “culo p’atrás” rapidísimas donde hacías bailar la rueda trasera para encarar las curvas, patinando con el festival del barro, poniéndonos como cerdos y con una sonrisa de oreja a oreja.

Foto sobre el km37 donde ya empezaba a ir tocado.

Cada vez iba peor porque no tenía ni un minuto de descanso. Bajando iba lo más rápido que podía, como loco, tenso por controlar las sacudidas que me daba la bici y a pesar de eso se me escapaban los de delante, en llano tampoco me podía relajas porque no había ni un palmo sin baches en esa tierra!!! Y subiendo… me hacían tapón y tampoco podía coger mi ritmo.

Sólo tenía una idea en la cabeza, llegar al avituallamiento del km50 que estaba en St.Gregori, justo al lado de meta, quedarme y dejar a Sergio disfrutar de los 30km que aún quedaban sin lastrarle más.

Mi cara en la foto es un poema. Fue tomada sobre el km48 y ya me dolía todo el cuerpo de la tensión y no descansar ni un segundo.

Se acabó. Con las ganas que tenía de de esta carrera y su recorrido. Pintaba tan bien…

Pero como se suele decir fue una serie de catastróficas desdichas que hicieron que no disfrutara tanto como debería haber sido, porque a parte de quedarme sin aire en la horquilla (nada, pequeño detalle sin importancia), besé el suelo un par de veces a causa del barro, una sin consecuencias por patinar en pista, y otra subiendo una trialera rocosa que, ley de Murphy, descalo el pie derecho y me caigo hacia el lado izquierdo, dejándome un bonito raspón en el codo que ya me lesioné hace unos años y un fuerte golpe en rodilla y cadera.

Me tocó acabar de ver los toros desde la barrera. Era inviable continuar, y tal y cómo me dijo Sergio después, menos mal que me quedé porque el último sendero antes de meta era larguísimo y muy bacheado. Hubiese acabado mal.

Aproveché ese tiempo para comer, lavar la bici sin colas, ver entrar a los primeros clasificados y acercarme y felicitar a los que conozco de las redes sociales.

Me dediqué a ver las fotos, actualizar mis redes, contestar mensajes, etc., y después esperé a que llegara Sergio para entrar en meta con él. Total, descalificados como equipo ya estábamos pero la foto finish no me la iban a quitar.

Y así acaba mi participación en la Gironès mtb Challenge Series, habiendo disfrutado de sólo 50km de los 80 previstos teniendo que abortar por problemas mecánicos. Es una pena porque la organización de esta carrera es de diez, te hacen sentir como un auténtico profesional, con un recorrido espectacular y que cuidan hasta el último detalles, y una pena por mi compañero Sergio porque formábamos un buen equipo, él me exprimiría bajando y yo a él subiendo, lo que viene siendo el Tomi Misser – Ibon Zugasti de los domingueros.

Habrá que esperar (y con ansia) a las siguientes Challenge’s para ver que pedazo de circuito nos tienen preparados estos de KLASSMARK.

Hasta la próxima.