La Contrabandistes más que una carrera es una ruta entre compañeros por un entorno de alta montaña rodeado de bosques y ríos del Parque Natural del Alt Pirineu, sin dorsal, sin crono, sin prisas, para disfrutar de un entorno privilegiado. Y no podía elegir mejor para mi primera prueba en Gravel Bike.
Utilizo esta bici exclusivamente para los trayectos al trabajo, y quería probar una zona distinta a ver si cambiaba de opinión sobre esta especialidad que tan de moda está.
Llegamos bien entrada la tarde del viernes al refugio de Sant Joan de l’Erm bajo un intenso chaparrón que nos venía acompañando desde Barcelona.
Una vez allí tocaba cenar ligero, relajarse y acostarse pronto para el día siguiente.
En un principio nos habíamos apuntado a la EPIC, pero tras un verano muy relajado sumado a los más de 3.000 metros de desnivel, optamos por la opción HERO, algo más conservadora, con 50km y 1300m de desnivel.
Acostumbrados a elegir siempre la opción más larga pensábamos que seríamos pocos pero para nuestra sorpresa la mayoría de corredores apuntados estábamos en la Hero, con bicis de Gravel pero muchas mtb vimos también. Me empiezan a surgir dudas.
A las 9 de la mañana empezamos y al no estar el trazado señalizado tienes que prestar más atención a las indicaciones del GPS, por lo que sueles salir menos asalvajado.

Los primeros kilómetros eran por una pista rocosa de bajada donde te acuerdas del amortiguador de la mountain bike.
En previsión a esto y contando que toda la ruta sería por tierra había bajado presiones a los neumáticos para ganar en comodidad pero no demasiado como para dañar llanta. En fin, una bajada que con “la gorda” ni te enterarías dejándote caer relajado, con la “ruedas finas” vas tenso buscando la trazada y rezando para no reventar.
Pero tras esos primeros kilómetros aparece una ‘pista enmoquetada’ paralela al río que nos hace detenernos para enmarcar el recuerdo. Ahora sí es terreno Gravel.

Sobre el kilómetro 10 se acaban las comodidades y la ruta empieza a subir, la primera ascensión del perfil. Seis kilómetros de serpenteante pista por el Bosc de Bedet con duras pendientes hasta el 15%, que cuando veías el 5% te parecía llano y aprovechabas para oxigenar, para acabar coronando en La Plana a 1900m de altitud.
Ahora que acaba de terminar La Vuelta, estamos muy emocionados con las altimetrías y se puede pensar que obviamente eso no es un Angliru, pero para cualquier urbanita que rueda habitualmente a nivel del mar, cuando estás a casi 2000m notas que las pulsaciones suben más de lo normal y te fatigas mucho más, así que por poco que parezca, se hacía duro.
Como recompensa, las vistas de todo el valle. Y claro, todo lo que sube después baja…

Tras la parada para admirar semejante paisaje toca agarrarse bien al manillar, cerrar fuerte la boca para que no te salten los empastes, ¡y a bajar!.
Al principio era terreno cómodo, ‘enmoquetado’ como yo lo llamo, pero de golpe se volvía rocoso, duro, con grandes piedras y surcos. Terreno puro mtb, vamos. He ahí donde empezamos a ver algunos corredores en la cuneta cambiando cámaras.
Soy yo que voy tubelizado y con mouse dentro del neumático y más de un toque de llanta noté…
Continuamos bajando hasta llegar a la idílica aldea de Bordes de Jussà donde poco antes nos esperaba un ligero avituallamiento con líquido, fruta, barritas y geles que nos vino de lujo para reponer bidones.

Llegamos al ecuador de la ruta, km25, y toca volver a subir. Otros cinco kilómetros mucho más tendidos esta vez pero con el añadido que con las lluvias del día anterior el terreno era un barrizal.
Sin más problemas si llevas un paso de rueda generoso pero mi bici es de las primeras Gravel (o más bien ciclocross) que la única diferencia con su hermana de asfalto son los neumáticos y la pegatina que pone “Gravel”, así que llevo montadas unas de 40 de ancho y apenas hay un par de milímetros con el cuadro. No entra ni un dedo.
Llegamos al mirador del Coll d’Ares donde observar una hermosa panorámica del valle de Santa Magdalena y de la Sierra del Cadí.

Unos kilómetros más de sube/baja con algún que otro muro del 20% hasta llegar al mirador del Coll de Grau. Nueva parada para admirar la panorámica del Ras de Conques (Valls de Valira) con el Parc Natural del Cadí Moixeró al fondo. Cuando estás rodeado de asfalto, estrés y ruido, estos momentos de paz te suman minutos de vida.
Y ahora sí, una larga bajada por la que te cruzabas con alguna que otra vaca con caras de pocos amigos que nada tenían que ver con la bonita y entrañable de los anuncios de Milka.
Otros cinco kilómetros ahora de constante bajada por dura pista pedregosa en la que se me engarrotaban las manos de frenar para no embalar demasiado la bici en las pendientes del 14 y 15%. Hubo un momento en que se me hizo hasta largo.

Llegamos al cruce de Santa Magdalena para cerrar el bucle y recorrer los últimos diez kilómetros volviendo por nuestros propios pasos. Ahora es cuando cobra todo el sentido del mundo la gravel, rodando a velocidades altas por pistas sin tanta fatiga como con la mtb.
Volvemos a cruzar el río de Sta. Magdalena pero si al principio lo hicimos a pie por el puente de madera bici en mano esta vez y con los pies encharcado fue por medio y sin frenar.
Últimos kilómetros hacia arriba, con la euforia de saber que ya llegas, gastando los últimos cartuchos apretando con mi compañero por ver quién llegaba último y pagaba las cervezas, y con una sensación muy agradable después de haber disfrutado sin presión de un entorno envidiable.

Así llegamos de nuevo al refugio justo a tiempo para tomarnos un zumito de cebada para celebrarlo.
SALUD Y PEDALES.
Dr. Nectus