Y es que precisamente la ambición, la actitud de “ganarlo todo” y las decisiones tomadas en el pasado hacen que hoy nos encontremos ante una nueva percepción de Lance Armstrong. El que otrora fuera ejemplo de lucha y capacidad de superación es hoy un “villano”, ejemplo de aquello que no se debe hacer. Que nunca debió hacer, pero hizo. Quizá en connivencia con la UCI, de sus palabras no se puede negar esa posibilidad. Admite haber sido tratado de manera diferente a los demás. Coacción y arrogancia, actitudes que pueden convertirlo en director de orquesta de toda esta historia pero que a su vez posibilitan que sea un muñeco roto, una “víctima” del sistema. La victoria como fin y la falta de escrúpulos el trampolín para llegar a ella.
La persecución de la USADA hacia el tejano ha tenido como consecuencia el momento actual, que bien podría considerarse el fin de la historia, aunque todo apunta a que esta acaba de comenzar. La entrevista concedida por Lance Armstrong a la periodista Oprah Winfrey confirma lo que muchos gritaban con fuerza desde hace tiempo. Y es que el retrato que el propio Lance hace de sí mismo dista mucho de lo que Armstrong suponía en el imaginario de todo aficionado al ciclismo. El Lance protagonista de épicas batallas deportivas, héroe de grandes gestas, deportista modelo, se reconoce hoy como una persona controladora, dueño de su propia mentira perfecta, en la que por desgracia no solo se engañaba a sí mismo, lo hacía con todos nosotros. Un Lance que recurría al dopaje de manera sistemática asintiendo además que sin recurrir a estas prácticas es imposible ganar siete Tours de Francia.
Quizá lo menos importante de esta historia es analizar el por que de sus declaraciones ahora. La mentira tarde o temprano llegaría a su fin y puede que esta sea la manera de minimizar sus efectos. La decepción por todo lo que ha reconocido es inevitable, no es bueno para nadie. No es bueno para el tan denostado y castigado deporte del ciclismo. No lo es para deportistas ni para la afición. Tampoco para los sponsors… Pero ¿y los sponsors? ¿Qué papel juegan en todo esto?.
Laurent Fignon reconocía un cambio radical en el ciclismo durante los últimos años de su carrera. Los sponsors habían dejado de ejercer únicamente como parte inversora para inmiscuirse directamente en el transcurrir del deporte. Presencias televisivas, repercusión mediática… Lo lógico que se ha de esperar de un patrocinio. Pero esta vez era diferente, las exigencias y la obligación de un mejor rendimiento eran mayores. Y esto trajo consecuencias. Comenzaba a inicios de los 90 la época del “dopaje generalizado”.
Con la segunda parte de la entrevista ya emitida, el escándalo no ha de venir exclusivamente por todo lo que Lance ha dicho, sino también por todo aquello que ha callado. Él mismo reconoce que de no haber decidido regresar a la competición no se hubiera tenido que enfrentar a esta situación. Quizá hubiera seguido viviendo la mentira perfecta hasta el fin de sus días. No lo sabremos. Lo que sí sabemos es lo que nos ha contado. Se ha visto obligado a enfrentarse a porciones de una realidad de la que no éramos o no llegábamos a ser conscientes (probablemente tampoco queríamos serlo).
Su familia, su fundación, sus sponsors… Lance se muestra arrepentido. Siente haberlos decepcionado. Pero en sus palabras, en sus gestos, queda un poso que hace que nos preguntemos si también siente al mismo nivel esa decepción consigo mismo.
Un antes y un después. Un punto de inflexión. No sabemos si punto y seguido, punto final o punto y a parte. Las consecuencias que puedan acarrear estas declaraciones están por ver. De lo que sí se puede tener certeza es de que el Lance de la entrevista es el mismo que subió siete veces a lo más alto del podio de la ronda gala. Pasado y presente. Para lo bueno y para lo malo, historia del ciclismo.