Cuando te mandan describir un sueño, la mayoría de nosotros pensamos en algo inalcanzable, una especie de utopía, pues eso significaba para mí participar en la Titan Desert by Garmin. Una de las pruebas de mountain bike por etapas, celebrada en Marruecos, más duras del mundo y conocida por muchos como el Paris Dakar de las bicis. Por fortuna, la empresa líder en elestroestimulación Compex España, lo hizo realidad, incluyéndome en su “variopinto” equipo.
Para mí fue un importante reto por varios motivos, no solamente por los 600 km que teníamos que realizar en las 6 etapas de que constaba la prueba, sino también por el tipo de terreno y clima tan diferente al que cuento en Asturias.
Ademas porque participaba en pareja mixta con Francisco Javier Pulido (Francis), un experimentado biker mucho más fuerte que yo, con el que nunca había rodado y al que conocía únicamente de un par de días.
El resto del equipo estaba formado por Yago Sardina, un joven toledano que ya con 9 años comenzó a dar pedales y que repetía experiencia Titán, todo un campeón al que le espera un gran futuro por delante.
Yolanda Vázquez (Yola), madre trabajadora especializada en nutrición deportiva, salud natural, deporte y mujer, desborda positividad allí donde va.
Jon Santacana, esquiador paralímpico quién contaba con un mayor hándicap, un 3 % y 5 % de agudeza visual en sus ojos, con nada más y nada menos que 8 metales olímpicos de esquí alpino, se lía la manta a la cabeza y se lanza a esta aventura, además, no lo hace en tándem, si no que decide ir en una bicicleta individual ¡Jon, estás muy loco!, pero no es el único, Oscar Sáenz le acompaña, éste experto en marketing y aficionado al ciclismo dijo que no volvería a repetir la Titan Desert si no fuese por algo que realmente le llenase y motivase.
¿Y que puede ser más honroso y enorgullecedor que ser los ojos de otra persona? pues ese era Oscar, el faro de Jon. Al ir en bicis diferentes, decidieron utilizar el mismo sistema que usa Jon en el esquí: intercomunicadores bluetooth.
Aunque cada uno de nosotros teníamos unas metas diferentes, nuestro objetivo final era común, ser FINISHERS de esta décima edición de la Titan Desert by Garmin.
Lo primero que fui a conocer una vez en el campamento, fueron las famosas jaimas, una especie de tiendas de campaña hechas de pelo de camello y sujetas con palos de madera y cuerda de cáñamo, que daban un encanto especial al campamento. Cada jaima/habitación estaba preparada para tres personas, es decir, contaban con tres colchones de espuma que aunque no eran lo mejor de “pikolin”, me permitieron dormir bastante cómoda. A Yola y a mí nos acompañaba María José Haro (equipo Primaflor), con la que entablamos una buena amistad y quién nos sirvió de gran ayuda con sus consejos al haber realizado ya este reto.
Mis mayores miedos, no era la dureza en sí de la prueba, sino problemas de gastroenteritis y las temidas llagas que participantes de anteriores ediciones comentaban haber sufrido en los glúteos. Por suerte, ni yo ni mi equipo tuvimos problemas de este tipo, la bebida era embotellada y la comida especialmente cocinada para los participantes, aún así, muchos bikers tuvieron problemas estomacales. Para prevenir las llagas, antes de cada etapa untaba bien mi culote con vaselina para evitar posibles roces.
En cuanto a las etapas, mis favoritas por sus paisajes fueron la primera y la quinta: la primera por ser la más montañosa, 2.650 m de desnivel positivo, con la ascensión de tres preciosos y exigentes puertos y bajadas rápidas a la vez que técnicas, y la quinta por introducirnos en medio de las dunas, etapa 100 % de desierto y navegación. Da la casualidad, que ambas etapas fueron las más largas, duras y donde más he sufrido, sobre todo en la etapa quinta, ya que los puntos de control no estaban en las coordenadas facilitadas por la organización, lo que hizo que nos quedásemos sin agua y lo pasásemos realmente mal para encontrarlos.
El resto de etapas contaban con menos desnivel y en su mayoría discurrían por largas pistas, que según pasaban los días y nos acercábamos más al desierto, pasaban de ser pedregosas a arenosas, donde la fuerza mental jugaba un papel fundamental, zonas solitarias, de mucho viento e intenso calor, donde el cansancio acumulado y la monotonía te hacían preguntarte si realmente era necesario pasar por aquello.
Dos pensamientos se enfrentaban continuamente en mi cabeza, cada día tenía ganas de comenzar la etapa siguiente, pero cada vez que empezaba tenía ganas de que se terminase.
Por suerte, nunca estaba sola, Francis me acompañaba, siempre estuvo ahí para esperarme, ayudarme y motivarme, incluso cediéndome su bebida y comida en los momentos más difíciles como la etapa quinta, ¿se puede ser más afortunada? Pienso que no. Desde el primer día supe que sería el compañero perfecto, siempre de buen humor y con una enorme paciencia. Aunque también tuvimos nuestros momentos de bajón, siempre nos ayudamos para afrontarlos y superarlos. Hemos sufrido, reído y llorado juntos, pero sobre todo hemos disfrutado de la experiencia al máximo.
El momento más emocionante que he vivido en la prueba, fue cuando Jon y Oscar cruzaron la línea de meta en la última etapa, fue inevitable que me cayeran las lágrimas, a mí y a gran parte de los allí presentes. Cada día nos preguntábamos como eran capaces de hacerlo con la poca agudeza visual que tenía Jon, a día de hoy, yo sigo preguntándomelo. Sin duda, Oscar fue su “hermano” perfecto, siempre pendiente de Jon y de que no le faltase de nada. Después de cada etapa, lo que más me gustaba era escuchar a Oscar contar las anécdotas que había vivido ese día junto a Jon, casi tendría para escribir un libro.
Jon, primer corredor con deficiencia visual en acabar la Titan Desert, fue probablemente el que más sufrió. Según nos comentaba, experimentó la sensación de superar el límite, el cansancio extremo y la concentración máxima lo llevaban al punto de casi dormirse encima de la bici. Su cabeza se desconectaba. Sus piernas seguían tirando, pero la cabeza decía que no podía seguir concentrada. Para solventar esos problemas tomaron una determinación: evitar ese límite. Cada tres horas bajaba de la bicicleta y buscaba liberar de concentración su mente y sus músculos.
En el caso de Yago y Yola, ambos participaron en solitario, aunque con planteamientos diferentes, mientras Yago había preparado esta prueba a conciencia y buscaba un buen puesto en la clasificación general, lo que consiguió a pesar de su lesión en un hombro debido a una aparatosa caída donde además rompió el manillar de su bicicleta.
Yola buscaba finalizar la prueba en tiempo, tomar fotografías y conocer las historias de otros participantes para después poder compartirlas en su blog y en su revista.
Finalmente, lo habíamos logrado, reto conseguido, los seis integrantes del equipo COMPEX éramos FINISHERS de la Titan Desert by Garmin.
Desde el punto de vista como mujer, animaría a la organización a que fomentasen un poquito más la participación femenina, me hubiese gustado poder ver más imágenes en televisión de esa gran Anna Ramírez rodando a gran velocidad o de Mayalen Noriega entrando a meta con su enorme sonrisa. Tampoco estaría mal una zona diferenciada de duchas, que aunque no ha sido un gran inconveniente y todos los participantes son muy respetuosos con este tema, nos ahorraríamos el mal trago de tener que pasar a la ducha con la mirada al suelo.
Lo mejor que me llevo de esta aventura, además de las bellas imágenes que se quedaron grabadas en mi cabeza, es el gran compañerismo que se vive en esta prueba.
Me quedo con toda esa gente que he tenido el placer de conocer, con mis compañeros del equipo Compex y en especial con mi compañero de fatigas, Francis.
Mencionar, que durante la Titan Desert by Garmin, Compex tuvo presencia con parte del staff. Marga Marin, Salvador Amat y Conrado Ahlgrimm, se desplazaron a Marruecos para que no nos faltase de nada y ofrecer a los más de 600 participantes la posibilidad de tener una zona en post meta donde pudieron recuperar en las mejores condiciones para afrontar con éxito la siguiente etapa. Un total de 20 camillas así como 20 electroestimuladores dieron servicio de forma gratuita a los participantes.
Además, el equipo Compex contó con los patrocinios de Rudy Project, Nutrytec, Gobik Cycling Wear y SportHG. A todos ellos, les envío mis mayores agradecimientos.
¡Gracias y más gracias Compex España por hacer realidad mi sueño!