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Vídeo: Suelta una mano para colocarse las gafas un segundo y termina en el hospital

El ciclista se suelta tan solo un segundo del manillar para colocarse las gafas con una mano, tiempo suficiente para que ocurra la caída. - @ciclismo.bike

Cuando muchos critican algunos vídeos y fotografías que Egan Bernal cuelga últimamente en las redes sociales, montando en bicicleta tras su grave accidente sin manos o haciendo el canelo en la carretera, lo dicen por algo, o por experiencia propia.

Hasta el ciclista más habilidoso no está exento de sufrir un susto, caída o accidente en bicicleta.

Minimizar los riesgos, y más circulando por la carretera abierta al tráfico motorizado o junto a otros ciclistas, es sin duda primordial par evitar sustos y caídas.

Suelta una mano del manillar menos de un segundo y ocurre el accidente

Aunque en el vídeo a continuación se trata de una competición, es el claro ejemplo de que un despiste, un simple gesto como soltar una mano del manillar, puede terminar con nuestros huesos en el hospital.

El ciclista en cuestión, que circula con su bicicleta de carretera en grupo detrás de otro participante, no tarda ni un segundo en colocarse las gafas.

Para ello, suelta su mano derecha del manillar, se la lleva a las gafas, las coloca y vuelve a ponerla en el manillar en menos 1 segundo.

¿Cómo es posible caerse de la bicicleta si nos soltamos de una mano?

Puede ocurrir de todo en esa corta fracción de tiempo.

Desde un bache o socavón en la carretera, un animal que se cruce, o una persona, una ráfaga de viento, o simplemente perder el equilibrio por centrar nuestra atención en otra cosa que no sea dirigir la bicicleta.

Todos nos soltamos de una o dos manos alguna vez, es un riesgo que cada uno decide tomar.

Algunos incluso suben puertos enteros a caballito y sin mano. Pero eso es otro cantar y con las precauciones tomadas y asumidas de antemano.

Volviendo al vídeo en cuestión, el ciclista, que circulaba a rebufo del corredor que le precedía, hace el conocido afilador con su rueda delantera y la trasera del compañero.

La bicicleta se ladea, y la caída esta asegurada.

En el tremendo golpe que se da contra el asfalto, las gafas salen despedidas y el casco le salva de una grave lesión en su cabeza.

Por si no hubiese sido suficiente, el ciclista que viene tras suya, le pasa por encima de la cabeza con su bicicleta y también se va al suelo:

Al igual que conduciendo un coche, las manos en el volante o en el manillar en todo momento y la mirada al frente, evitan muchos sustos.