257 kilómetros para una competición en bicicleta de carretera es una buena tirada. Si además se trata de una clásica como la París-Roubaix donde prácticamente se va a tope desde la misma salida y si te quedas cortado puedes darte por muerto, a la que también hay que añadir la dificultad de la lluvia y el barro de esta edición 2021, estamos hablando de un auténtico infierno ciclista.
Por si te parece poco, añade las infinitas zonas de adoquines, donde no solo las fuerzas se esfuman en intentar mantenerte sobre la bicicleta, sino que el físico de los ciclistas sufre bastante más que rodando por asfalto liso, tanto por la cantidad de baches como por el estrés en pedalear sobre pavés intentando no perder rueda.
Por si fuera poco, y aunque te llames Mathieu van der Poel, ir en cabeza de carrera escapado con dos peces grandes como Florian Vermeersch o el vencedor de la prueba, Sonny Colbrelli, es ya el acabose para las fuerzas de cualquier ser humano.
«Esperaba que yo fuera el menos muerto entre los tres para el esprín, pero al final resultó que yo era el que estaba completamente muerto»
Mathieu van der Poel
La cara de van der Poel en el podio de Roubaix lo decía todo. El neerlandés no quiso ni si quiera acudir a la rueda de prensa, y entre las pocas palabras que los periodistas le sacaron tras la carrera, se dejaba ver claramente su frustración tras haber tenido su primera París-Roubaix al alcance de su mano.
Siendo uno de los grandes favoritos, no fue fácil mantenerse en cabeza, eludir las innumerables caídas producidas, evitar las averías y también las miradas de otros grandes ciclistas con opciones de victoria.
«Durante los últimos 40 kilómetros rodé prácticamente al límite»
Mathieu van der Poel
Sin grandes puertos para medir las fuerzas, con las caras tapadas por completo por el barro, y con un pedaleo poco uniforme con los continuos sobresaltos del terreno, es muy difícil adivinar quien está con más fuerzas tras 250 kilómetros de carrera.
Mathieu van der Poel creía que sus dos compañeros de fuga estaban igual de vacíos que él, pero la cosa no resultó así, y a Colbrelli y Vermeersch les quedaba aún medio cartucho por quemar, si no un cuarto…
Sabiendo que le quedaba poca gasolina en el tanque al del Alpecin-Fenix, este optó por la lógica, que as alimentarse bien, aunque ni con esas pudo recuperar algo de fuerzas.
«Mis piernas estaban completamente vacías al final de la carrera»
Mathieu van der Poel
Según comentó tras la carrera, durante los últimos 50 kilómetros de la París-Roubaix, van der Poel se tomó un gel cada 5-10 km.
Esto supone mínimo 5 geles, y máximo 10, que haciendo la media serían unos 7 geles.
Sus exhibiciones de fuerza son bien conocidas, pero quizás en este caso, y con el recorrido tan exigente y largo de la Roubaix 2021, debió guardar un poco más de fuerzas en vez de tirar en cabeza durante tanto tiempo.