Perder en la segunda etapa de un Tour de Francia 1:28 minutos con Froome y Contador casi es comparable a llegar tarde a la salida de una contrarreloj, como hizo Perico Delgado en la etapa prólogo de 1989. Hablamos de Nairo Quintana y Vincenzo Nibali. Y si quizás durante la primera semana estos dos claros aspirantes a la victoria final querían creer que simplemente fue un mal sueño, llega Froome en la primera etapa pirenaica, agacha la cabeza mirando su Garmin y sus vatios y les despierta del sueño camino de Pierre Saint Martin.
Despierta a Nairo Quintana del sueño y sumerge a Nibali y Contador a una especie de pesadilla sin haber acabado los Pirineos. A partir de ahí, acto segundo del Tour de Francia. Todos contra Froome, fuerzas más igualadas, cambio de estrategias y objetivos, sobre todo Nibali y Contador, el primero al menos se llevó una etapa, el segundo, dio la cara en ataques a mucha distancia, pero que se quedaron en nada. Mientras, el equipo Movistar ha corrido para dos objetivos tan complejos como antagónicos, mantener el pódium de Valverde y buscar “la pájara” de Froome para que Quintana soñara de verdad, pero con la victoria final. El primer objetivo cumplido, con guinda incluida en la clasificación por equipos, pero “pincharon en hueso” (o en vatios) con el segundo objetivo.
Por Roberto Martín