Vivimos en ciudades dominadas por el coche. Hemos normalizado tanto su uso, que incluso los hay que van al gimnasio en su vehículo motorizado para correr en una cinta o montar en bicicleta estática o a llevar a los niños al colegio a menos de 500 metros de su domicilio.
Es un sin sentido, pero la mayoría han nacido, crecido y vivido con ello toda su vida, por lo que ahora resulta muy difícil, casi imposible, hacerles ver que existe la posibilidad de vivir sin el coche para todo.
Las ciudades intentan cada vez poner más restricciones a este tipo de vehículos motorizados, pues además del problema del espacio, ocupado casi por completo por los coches (aparcados y circulando), generan infinidad de diferentes problemas que nos afectan a todos.
La contaminación y las enfermedades que provocan es una de los principales, pero hay mucho más: estrés, ruido, atropellos, gasto público…
La industria del automóvil y la del petróleo siguen empecinadas en meternos los coches por los ojos, ahora con también con los eléctricos
El petróleo sigue siendo el rey, pese a que su decadencia ya ha comenzado hace varios años, se sigue estirando la goma, y con ella la industria del automóvil.
Ahora quieren hacernos ver lo «verde» y ecológico que sería cambiar nuestro coche diésel y gasolina por uno eléctrico. ¡Que no te engañen!.
La mayoría de problema que generan los coches de combustión seguirán ahí aunque estos sean eléctricos.
¿Atascos? ¿De qué atascos me hablas?
Si vives en denominado «primer mundo«, seguro que has estado en más de un atasco en tu vida.
Si vives en una ciudad, posiblemente los vivas cada semana, y si tienes «muy mala suerte», puede que seas de los que lo sufren a diario.
Como es lógico, cuanto más se reduce el espacio dedicado a los coches en las ciudades, ya sean carriles de circulación o plazas de aparcamiento en superficie, el cuello de botella se estrecha y genera más retenciones.
Todos llegamos a comprenderlo: Mismo número de coches – espacio para coches = atasco de coches seguro.
Pero lo que no comprenden quienes se meten a diario en esos atascos, es que ese problema no está generado por la reducción de espacio en la calzada para la circulación de coches, sino por los propios coches (sus conductores más bien).
Y como no, cuando surge una nueva variante en esta simple cuesta, llámese ciclista, patinete eléctrico o carril bici, que quita un poco mas de espacio a los motorizados, estos entran en cólera y culpan de su existencia al restos de usuarios de la vía.
Es que si voy en transporte público tardo 4 horas y en coche 40 minutos. Amigo, hay más posibilidades como cambiar de trabajo o de domicilio, la intermodalidad, etc. es por tu propio bien, por tu propia salud, por tu tiempo, tu bolsillo…
Está claro que hay muchas personas que por necesidad, valga la redundancia, necesitan utilizar el coche a diario o puntualmente.
Pero vivir a una hora en coche de tu trabajo, centro de estudios o quehacer diario, por poner ejemplos básicos, no es lo más recomendable.
La sociedad en general, ha de ir comprendiendo que las ciudades del futuro, las del mañana, serán ciudades sin coches, ciudades 15 minutos las denominan, por lo que más vale ir acostumbrando a la mente a otros medios de transporte, aunque no sean la bicicleta.
Hay soluciones para todo, pero no hay soluciones para continuar con el modelo del coche privado en las ciudades. Eso está más que claro y demostrado.
En este vídeo tenemos el claro ejemplo de que el problema de los atascos no está generado por los ciclistas o los carriles bici, sino por los propios coches y sus conductores:
Goeiemorgen Brussel! pic.twitter.com/icXazBgxOH
— Thomas 🚲 (@Thomasanci) November 30, 2022
Pero no solo los ciudadanos de a pie son los que tienen que cambiar y cambiar su mente. Las propias ciudades también tienen que cambiar, la forma de trabajar, de educar, de comerciar.
Quizás sea pronto para que incluso una minoría comprenda esto, pero el tiempo pondrá a cada uno en su lugar, y cuanto antes no preparemos para ello mejor lo llevaremos.