Otra vez a vuelto a suceder, la carretera se tiñe de sangre. En este caso la conductora ha dado positivo en drogas. Y vuelven las mismas conversaciones, discusiones y debates sobre sanciones y culpabilidades.
A partir de ahora todo lo que voy a escribir son opiniones totalmente personales.
Desde luego que se deberían endurecer las sanciones, pero eso sólo no vale. Las multas o, incluso, la cárcel, al final pueden ser recurridas, sobreseídas, pagadas, etc… Al final no se evita que un conductor coja el volante drogado o bebido. Es más, nunca se va a poder evitar, sobretodo en un país como el nuestro, que venera el consumo de algunos alcoholes (detrás de los cuales se encuentran lobys con mucho poder).
Creo que para empezar a poner algo de orden hay que empezar con educar bien a todo el mundo, no seré yo el que diga cómo hay que hacer las cosas, pero es evidente que este sistema no está funcionando. La palabra responsabilidad está perdiendo todo su significado, nadie es responsable de sus actos, siempre hay una excusa, alguien a quien echar la culpa y muy pocas veces miramos en qué hemos fallado.
Conductora drogada atropella en Mallorca a nueve ciclistas, dos de ellos en estado grave
Cuando salgo a montar en mi bici sé que asumo un riesgo, pero no más que el que asumo cuando salgo en coche. No hay datos pero si contabilizamos el número de ciclistas y el número de coches que circulan por nuestras carreteras, creo que el porcentaje de ciclistas muertos al año en accidente de tráfico es más bajo que el de conductores de vehículos a motor. Si me cruzo con un conductor borracho o drogado y tengo una colisión frontal tanto en bici como en coche el resultado puede ser muy parecido, es evidente que en bici no llevo la protección de la estructura del coche, pero en un golpe de frente a 90 km/h contra otro vehículo creo que, como mínimo, las lesiones y secuelas que iba a tener serían muy graves.
Por eso yo incidiría muy seriamente en la cuestión de la responsabilidad a la hora de conducir cualquier vehículo, y cuanto más grande o potente debería ser mayor ese nivel de responsabilidad.
Cada vez se le da menos importancia al hecho de que un coche puede matar, bueno, el coche en sí no, la velocidad a la que ponemos el coche es el que mata, el que no frenemos a tiempo es lo que mata, el que no estemos en plenas facultades a la hora de circular es lo que mata. Y sobre todos esos factores tenemos el control, en el caso que alguien no fuera capaz de controlar alguno de estos aspectos no debería circular por la vía pública.
En el accidente que sucedió el pasado 5 de abril de 2018, en Mallorca, me asombró la frialdad y la tranquilidad con la que la dueña del coche coge los papeles del seguro y va a ver como a quedado el frontal del coche. Yo no sé como reaccionaría en el caso de ser esa conductora, pero creo que no me podría quitar de la cabeza el hecho de que posiblemente haya podido matar a una o más personas. Esa falta de empatía, el poner excusas y preocuparte sólo de lo tuyo es algo que nos está invadiendo, que poco a poco está minando nuestra sociedad. Y ésta circunstancia también la podemos apreciar en los distintos comentarios que hace la gente a raíz de un accidente como éste, siempre está el típico comentario de que los ciclistas no deberían circular por las carreteras, los más “benevolentes” dicen que por nuestra seguridad, los más radicales simplemente dicen que somos un estorbo. Me encanta que se preocupen por mi prohibiéndome circular con mi bici porque a alguien le apetezca no hacer caso de las normas, es curioso que se sacrifique de la ecuación a la víctima para evitar el problema. Y a los que les estorbamos siento deciros que tengo el mismo derecho que vosotros a utilizar una infraestructura que pagamos entre todos, puesto que las carreteras se construyen con los impuestos que pagamos entre todos, sean o no sean conductores.
Otro aspecto que me llama la atención es el incriminar al ciclista la mayoría de las veces, todo el mundo seguro que ha mantenido la típica conversación, después de enterarse de una desgracia como esta, en la que alguien espeta que es normal que pasen estas cosas porque los ciclistas circulamos mal, por el medio de la calzada, en paralelo, etc. A lo que seguro que alguno añade alguna anécdota de algún encontronazo con algún ciclista. Aunque en la mayoría de las ocasiones el conductor del coche es el que tiene la culpa, eso lo pasan por alto, porque ellos se identifican con el conductor, ellos se identifican con la persona que puede y debe coger su coche para todo y todo debe estar encaminado al uso del coche y para el coche.
Hasta que no demos la vuelta a toda esta situación estas desgracias evitables (nadie te obliga a coger el coche borracho o drogado, o a no respetar la distancia de seguridad, o a no adelantar cuando vienen ciclistas de frente, o a no respetar los límites de velocidad, etc) van a seguir sucediendo. Para dar la vuelta a esto debemos empezar por nosotros mismos, reeducandonos nosotros mismos y a los que nos rodean. A partir de ahí hay que exigir otra serie de medidas, empezando por otro tipo de cursos y de exámenes para sacarte cualquier tipo de carnet de conducir, además de sabernos las señales y saber circular y llevar un coche habría que enfatizar más en cuáles pueden ser las consecuencias de no hacer caso a esas normas, y no me refiero a la cuantía de las multas ni a los puntos que te pueden quitar, me refiero a las consecuencias de verdad, las que provocan la muerte, los huérfanos, las viudas, el acabar en una cama o en una silla de ruedas.
Por otro lado también hay que elaborar sanciones acordes con lo provocado, no puede ser que la chica que está implicada en el accidente de Mallorca haya pasado unas horas en la comisaría cuando se ha demostrado que dió positivo en cannabis.
Y también habría que revisar un sistema educativo que está visto que no funciona, que se olvida de las personas y que sólo se preocupa de sacar elementos que encajen en un sistema productivo cada vez más salvaje e inhumano.
Espero y quiero creer que seremos capaces, entre todos, de enderezar esta situación. Yo lo intento, me equivoco y me equivocaré mil veces, pero lo intento.