Pulsa «Intro» para saltar al contenido

Nueva York quita la prohibición de las bicicletas eléctricas con acelerador para ayudar con el coronavirus

Tú eliges...

De nuevo, las bicicletas, en este caso las bicicletas eléctricas THROTTLE (con acelerador), son protagonistas en la lucha contra la pandemia del coronavirus por todo el mundo.

Las autoridades de la ciudad de Nueva York y su alcalde Bill de Blasio, llevan años en pie de guerra contra las ebikes que no son Pedelec, es decir, que no necesitan dar pedales para desplazarse por sus calles.

La ciudad de los rascacielos está plagada de infinidad de restaurantes con especialidades culinarias de todas las partes del planeta, y muchos de ellos disponen de reparto a domicilio.

Allí ya saben desde hace mucho tiempo que la bicicleta es la forma más rápida de moverse dentro de una ciudad, y por ello la gran mayoría de estos restaurantes utilizan los servicios de los denominados «riders», quienes trabajan sin respiro en una ciudad que prácticamente nunca duerme.

La alarma por el coronavirus ha llegado hasta allí hace bastante poco, pero ya esta semana se han tomado medidas drásticas, bastante similares a las que tenemos en España.

Los restaurantes han cerrado al público, pero siguen funcionando

Los restaurantes han cerrados sus puertas al público, pero debido a que gran parte de la población de la ciudad está acostumbrada a acudir a ellos y también a pedir comida a domicilio, de Blasio se ha visto obligado a reforzar todo tipo de entregas y repartos con los vehículos que menos peligro generan a la hora de propagar el virus, la bicicleta.

De esta manera, la prohibición de este tipo de bicicletas eléctricas con acelerador queda paralizada, permitiendo su uso para el reparto de comida y mercancías mientras dure la crisis.

En New York son cerca de de 40.000 repartidores de comida a domicilio, para que te hagas una idea de la importancia que tienen, no solo para la economía, sino ahora que muchos restaurantes han cerrado al público, pero sus cocinas siguen funcionando a destajo.

El principal problema al que se enfrentan los americanos es su deficiente sistema sanitario, del que ya todos conocemos que es privado, y que ponerte un par de puntos en un corte en un dedo puede suponer una factura de varios ceros.

Sin una sanidad pública que les ayude y proteja, los americanos están vendidos, pues los seguros se suelen lavar las manos con las epidemias y más aún, las pandemias.