Más de la mitad de los conductores no ve a los ciclistas ni a los peatones al girar a la derecha

La verdad que viendo la cantidad de siniestros que aparecen cada día por todas las carreteras del mundo, este nuevo estudio realizado por la Universidad de Toronto, en Canadá, no nos sorprende del todo.

El estudio es único en el mundo, pues se ha utilizado una técnica de rastreo de los ojos de los conductores, utilizando unas gafas especiales mientras conducían por algunas de las carreteras más concurridas de la ciudad canadiense.

Para centrar más el tiro, el profesor Birsen Donmez junto con la cabeza pensante del proyecto Nazli Kaya, colocaron las gafas de rastreo ocular a 19 conductores, quienes debían circular por unas determinadas calles y realizar giros a la derecha.

Estos giros no eran «comunes», pues en las vías donde se les indicó que debían conducir y girar a la derecha, tenían todas un carril bici y peatonal justo en ese lado de la vía, teniendo que cruzarlo al realizar la maniobra obligatoriamente.

Antes de darte el resultado de la investigación, el cual ya podrás intuir, si te pones en situación, todos los conductores analizados ya sabían de antemano lo que tenían que hacer, es decir, no se han colocado las gafas a conductores sin que estos supiesen que iban a ser analizados.

Donde queremos llegar es que estos 19 conductores sabían que les estaban analizando sus movimientos, y es por ello que estaban bastante más «alerta» que cualquier otro conductor de esas carreteras.

Bien, el resultado es que 11 de las 19 personas analizadas, todas ellas con edades comprendidas entre los 34 y los 54 años de edad, y con más de tres años de carnet de conducir sin haber tenido ningún percance al volante, ni si quiera miraron al girar a la derecha para cruzar la vía ciclista y peatonal.

La gran mayoría fallaba en el movimiento tan sencillo de girar la cabeza para verificar que ningún ciclista venía por el carril bici.

La confianza al volante, el peor enemigo

Otros fallos al detectar los ciclistas mientras iban al volante, venían dados por coches mal aparcados cerca de la vía ciclista, que impedían ver con claridad si alguien venía montado en bicicleta.

Los conductores que estaban más acostumbrados a conducir dentro de la ciudad con tráfico, eran los más afectados con este tipo de fallos.

La «confianza» al volante se incrementaba cuanto más tiempo pasaban entre el tráfico urbano, con el peligro que ello conlleva.

Por el contrario, los conductores que no conducían asiduamente por la ciudad, tomaban muchas más precauciones circulando por la ciudad y detectando posibles ciclistas.

El problema no son los conductores incívicos

Pero el profesor y el estudio no echan la culpa a los conductores ni a la educación vial o moral de los mismos.

Estos fallos muchas veces son «humanos», pues los conductores tienen que prestar atención a las señales verticales, horizontales, luminosas, los peatones, otros coches, tanto en movimiento como aparcados, bicicletas, patinentes, prestar atención a su propio volante, pedales, mandos de intermitente, etc etc etc.

La gran mayoría de personas no están capacitadas para gestionar tantos estímulos visuales y la información que deben procesar en milésimas de segundo y a la vez coordinarlos con sus propios movimientos en manos y pies.

Es necesario un cambio radical en el tipo de vías urbanas

No se trata solo de un problema de falta de conciencia y respeto, sino de infraestructuras adecuadas para que peatones, ciclistas, patinetes y conductores puedan circular de una manera más segura.

Si la gran mayoría de conductores concentrados al volante y respetuosos con el resto de usuarios de la vía, no ve a los ciclistas circulando por la ciudad, tenemos un grave problema.

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