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Los 10.000 del Soplao 2012. El gélido infierno cántabro

Este año el «Infierno Cántabro» ha sido más infernal que nunca. Lucifer dejó caer toda su furia en forma agua, barro, nieve y frío, en una ruta de por sí dura por lo quebrado de su trazado (más de 4.000m. de desnivel acumulado) y por los kilómetros a recorrer (160km) se sumó a la fiesta, nuestra “amiga” la hipotermia.

Los partes meteorológicos no venían siendo muy halagüeños durante la semana, aun así más de 4.000 “locos de la colina” nos dimos cita en la línea de la salida, felices y contentos por el mero hecho de habernos presentado a una prueba de estas características, también nerviosos por no saber si hemos entrenado lo suficiente  para ganarnos el paso por meta o que adversidades se nos podrán presentar a lo largo de tantas horas sobre nuestras bicis.

El Recorrido:

Como hemos comentado, la ruta es de las catalogadas como de gran distancia, un recorrido que circunda unas de las zonas más bellas de la cordillera cantábrica, esto quiere decir dos cosas; una, que realmente los paisajes son espectaculares y dos, que el trazado va a ser muy duro.

La prueba la podemos dividir en tres tramos;

El primer tramo va desde el inicio hasta aproximadamente el km.26. El comienzo es rápido alternando pista ancha con algún tramo de carretera, aquí la gente suele ir al ralentí, sobretodo los que hemos estudiado un poco la ruta y sabemos lo que se nos viene encima. Al ser un tramo rápido se ven una gran cantidad de botes, cámara, geles, herramientas, etc. tirados por el camino, llama la atención la cantidad de objetos que quedan en la cuneta.

Segundo tramo, comenzamos a calentar  las «patas» con un doblete de Ases;  el Soplao y el monte Aa . Para abrir boca se comienza a subir el Soplao, en esta ocasión había tal barrizal que obligaba de forma forzosa a echar pie a tierra durante bastantes kilómetros, más de los deseados. La bajada es espectacular y peligrosa a la vez,  sobretodo por la «avalancha» de bikers, que deseosos de velocidad nos lanzamos monte abajo a poner a prueba nuestras habilidades y nuestras máquinas…algunas veces fallan ambas y en esta zona se ven auténticas piruetas circenses, por suerte casi todas sin mayores consecuencias.

La subida al Monte Aa, no es excesivamente larga pero tiene una zona de cemento rayado con un desnivel que asusta,  solo apta para los que tienen una buena técnica de subida a bajas revoluciones con el sillín haciendo cosquillas en donde la espalda pierde su nombre. Este tramo no se olvida con facilidad y aquí más de uno quemará cartuchos, que echará en falta en el tramo final de la ruta.

Justo antes de empezar la subida del Moral esta el pueblo de Ruente, este es el escape natura para los que vamos tocados y sabemos que no vamos a terminar, o como en el caso de este año, para los que ya hartos de tanta penuria y adversidad decidieron dar por terminada la prueba.

Con el  tercer tramo comienza el «Hard Rock» con un cuarteto de órdago; El Moral, Fuentes, Ozcava y de nuevo El Moral.

La subida al Moral es de esas subidas infinitas que no sabes cuando van a terminar, pista ancha y con buen firme, aquí comienzan a pasar facturas los kilómetros, estamos ya por el 70 y llega la «diversión», el ritmo pierde fuelle, se oyen resoplidos por todas partes y como si de una procesión se tratase,  guardando un ritmo constante, cada uno va sufriendo interiormente su peculiar calvario, a partir de aquí ya no se oyen conversaciones ni chistes, comienza lo duro de verdad.  Se va ganando altura y se nota, la temperatura baja, la niebla se densifica y no se ve a más de 10 m. La lluvia y el frío se intensifican y comienzan a hacer mella en el ánimo y en el estado físico.  Este año cuando llegamos a la cima del Moral nos comunicaron que la prueba se había suspendido por inclemencias meteorológicas, la verdad sea dicha una decisión muy acertada por parte de la organización. Chubasquero y media vuelta, se acabo el sufrimiento, o no.

Conclusiones:

Los datos son el reflejo de lo que hemos sufrido este año en  tierras cántabras, de los 4.177 que estábamos en la salida 1.651 se retiraron a tiempo. El resto tuvimos que oír con alivio que se había suspendido la prueba, sino más de uno terminamos en urgencias.  La estampa en la carpa de llegada donde repartían el avituallamiento final (un plato de pasta) no tenia desperdicio, parecía que nos habíamos dado cita allí un congreso de «temblores sin fronteras», no éramos capaces de agarrar los cubiertos, los problemas de coordinación eran flagrantes debido al frío acumulado durante toda la ruta y acentuado con la bajada del Moral. En esos momentos solo se te pasa por la cabeza, madre mía si me hubiese dado por continuar.

Pero no todo ha sido negativo, de hecho la balanza se inclina totalmente hacia el lado de las cosas positivas. En primer lugar el «ambientazo» que allí se respira no tiene precio, rodearte por un día  de tanta gente que comparte tu misma pasión y que viene de diferentes puntos geográficos es realmente emocionante. La organización, un diez. Es en los momentos duros cuando se ve si una organización funciona o no funciona, porque cuando todo va rodado es muy fácil que todo se gestione bien pero cuando la cosa se tuerce, hace falta gente que sepa gestionar como es debido «las crisis» y ahí es dónde destaca una buena organización (sea la del Soplao o un gobierno). Durante todo el recorrido hubo personas de la organización velando por nuestra seguridad, cisternas de agua para limpiar las bicicletas, agentes de la autoridad cortando el tráfico, puestos de socorro en puntos conflictivos, avituallamientos sobredimensionados para no tener que estar perdiendo el tiempo haciendo colas, realmente un despliegue de medios que hizo su función a las mil maravillas. Además ya tenemos  la excusa perfecta para repetir el año que viene, “no me dejaron terminar”.

Por  último querría hacer una mención especial a dos grupos de personas que no siempre están suficientemente valorados, pero que son el alma máter y que hacen del Soplao una prueba muy especial,  son los voluntarios y los habitantes de todos los pueblos por los que se va pasando. Nunca he visto a gente tan involucrada, con tantas ganas de agradar y de ayudar, desde las personas que te reparten la bolsa de la inscripción, hasta el paisano que te da un poco de aceite para la cadena o la abuela que te coge las gafas y se dedica a limpiarlas, muchísimos ejemplos de solidaridad repartidos por todos los kilómetros de esta prueba, a todos ellos muchas gracias por su paciencia.

– GALERÍA DE FOTOS DE LOS 10000 DEL SOPLAO 2012

Texto: ARP
Fotos: Roberto Lobato / Esteban Núñez Loarces