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Las ciudades pasan de la movilidad sostenible

Cambiar un coche por una bicicleta puede ser realmente sencillo. Lo complicado es hacer que la gran mayoría pueda hacer su día a día sin la necesidad del coche privado.

Aunque es hablar más de lo mismo, pues ya sabemos como actúan la mayoría de ciudades españolas respecto a la movilidad urbana, no por ello debemos dejar de insistir.

El lema de «construye un carril bici y las bicicletas aparecerán por si solas» se parece mucho al refrán de «querer es poder«.

La intención está muy bien, pero no basta con querer, o aparentar querer en muchos casos, con realmente cambiar el modelo actual del coche por el de la bicicleta.

Ni tan si quiera con los precios del diésel y la gasolina por las nubes, los conductores van a dejar de utilizar el coche.

Vale, seguramente una minoría cada vez decida utilizarlo menos, por eso de ahorrarse unos euritos y bajar la barriga, pero no la gran mayoría.

Pero cambiar el modelo del coche por el de la bicicleta, el caminar, el patinete o el transporte público o colectivo, no solo depende de los carriles bici o de si sube el precio del petróleo.

Una sociedad basada en el consumo de energías como la electricidad, el gas o el petróleo, está advocada al fracaso

Como siempre, son muchos los puntos a tratar, y cada uno de ellos necesitaríamos días o varios artículos, más un debate posterior para desarrollarlos.

Pero volviendo a lo básico y al título de la cuestión, las ciudades españolas no están diseñadas, creadas y utilizadas para sobrevivir sin las energías contaminantes.

Partiendo de una gran parte de la población de las ciudades vive decenas de kilómetros de sus trabajos, centros de educación o de ocio, construir carriles bici no sirve ni si quiera como parche.

Podemos cerrar los centros de las ciudades al tráfico motorizado, incluidos los coches eléctricos, pero eso no hará más que mejorar algunos aspectos como el ruido, la seguridad, o el turismo.

El problema de la contaminación no está en el centro de las ciudades, sino en la periferia

Una calle sin coches, motos, taxis, autobuses o furgonetas, es una calle con vida. Quien no lo quiera ver es porque simplemente no le interesa verlo.

Pero cerrar al tráfico el centro de una ciudad como por ejemplo Madrid, mejorará la vida de quienes vivan en esas calles y de quienes las visiten por cualquier motivo.

Y todo suma, no nos equivoquemos, pero el problema de la gran mayoría de la población no es poder acceder al centro de la ciudad en metro, bici, patinete eléctrico o caminando.

Sus problemas diarios son muy diferentes.

Luego tenemos las triquiñuelas, pues en realidad no se cierra al tráfico, si no que se le pone «trabas». Y hecha la ley, hecha la trampa.

Si vas a un parking público, puedes meterte hasta la cocina, si eres residente también, y de paso darte una vuelta.

¿Porqué pasan de la movilidad sostenible la mayoría de ciudades?

Todo lo mueve el dinero, y el sexo, pero de eso aquí hay poco.

Los problemas actuales de movilidad, contaminación, espacio, seguridad, etc, provocados por el uso abusivo del coche privado, no terminarán cuando nadie pueda pagar el precio de la gasolina, la electricidad o los impuestos.

El día que no podamos movernos como hasta ahora en coche por la cuestión que sea, entonces comenzaremos a entender la necesidad de cambiar el modelo actual, por uno más, «sostenible».

Lo peor de todo es que la solución, es el problema en sí mismo

En un mundo paralelo, imagina que e 90% de la población de una ciudad como Madrid, en vez de tener uno, dos o tres coches por familia, esos coches fuesen bicicletas. Bicicletas eléctricas para ponértelo más fácil.

Si vives y trabajas en el centro de la ciudad, cojonudo. En bici puedes hacer 3, 7 o 20 kilómetros para ir al trabajo, a clase o a los recado diarios sin problema.

Ahora ya solo haría falta la cuestión cultural de hacer comprender a las personas que ir en bicicleta no es de pobres, y que tanto un niño de 10 años como un abuelita de 75, puede, si quiere, ir en bici a cualquier parte.

Pero da la casualidad de que en el Área Metropolitana indefinida de Madrid, viven cerca de 5 millones de personas.

Y es aquí donde reside el gran problema de una ciudad como Madrid.

Por muchos carriles bici que se hagan en el centro, por muchas calles peatonales que se creen, por mucha bicicleta eléctrica de alquiler que exista, el día a día de muchas personas es otro.

Todo suma, incluido el precio de la gasolina, el gas o la electricidad.

Pero sin un cambio drástico del modelo social, acercando domicilios y trabajo, facilitando estos cambios, es muy difícil que lleguemos a modelos como los de Piases Bajos, por poner una meta.