El sector del ciclismo y la bicicleta sigue creciendo a pasos de gigantes en todo el mundo.
Cada día hay más ciclistas y bicicletas en nuestras carreteras y caminos, lo que ha supuesto un incremento de las ventas desde que comenzase la crisis el pasado mes de Marzo de 2020.
Tras unos primeros meses de incertidumbre y parón casi completo, el famoso «boom de la bicicleta» estalló en todos y cada uno de los rincones de planeta.
Escasez de material y subidas de precios pese al aumento de ventas y beneficios sería el resumen de los últimos doce meses.
Las cancelación de la mayoría de competiciones y eventos ciclistas sin embargo ha supuesto un varapalo para quienes trabajan directamente en esta ramificación del ciclismo.
Antes de la crisis, de 2019 a 2020, los ingresos de la Unión Ciclista Internacional ya se han reducido en un 30%.
Llámese equipos ciclistas, organizadores, federaciones y como punta del iceberg, la UCI.
Esta ha presentado sus cuentas anuales, donde de nuevo los números rojos aparecen como un semáforo de alerta sobre la salud de esta institución.
Desde el año 2019 los ingresos de la Unión Ciclista Internacional se han reducido, pese a ello sigue ingresando sumas de más de 27 millones de euros (2020).
Las pérdidas del pasado ejercicio se calculan cerca del millón de euros, dos años consecutivos con números rojos que han llevado a la UCI a recortar los gastos cerca del 50%.
Pese a los esfuerzos, el Comité Olímpico Internacional prestó ayuda económica a la UCI, anticipando unos cinco millones de euros para cubrir determinados gastos.
Tiempos difíciles que se unen a las críticas de ciclistas profesionales y aficionados por la mala gestión, sobre todo en competiciones de primer nivel.