2019 ha sido un año muy loco dentro del sector de las dos ruedas a pedales (y en general vamos).
Desde la consolidación de el boom de las bicicletas eléctricas en toda Europa, pasando por la desaparición de algunos equipos profesionales de renombre y con solera, o la aparición de multitud artilugios electrónicos de consumo rápido diseñados para el ciclista.
La inminente crisis para los tenderos de barrio que se lleva anunciando durante meses a bombo y platillo debido a el auge de las ventas de los gigantes online, y los cambios en las estrategias y planificaciones de los grandes fabricantes de bicicletas y componentes, que cada vez aprietan más los débiles cuellos de los distribuidores (por no decir otra parte del cuerpo más dolorosa), también marcará un antes y un después en los próximos meses en nuestra industria.
En 2020 no tiene la pinta de que el viento vaya a soplar a favor y que se vayan a arreglar algunas de las grietas del casco para que el agua deje entrar.
El mar está revuelto y el barco tiene muchas vías abiertas, algunas de tamaño considerable, y las bombas de achique funcionan, pero como todo marinero sabe, con sus limitaciones.
Pocos han decidido saltar por la borda por el momento, aunque ya estamos viendo muchos que llevan meses con el salvavidas naranja puesto.
Como dice la frase, siempre hay esperanza…
El viento no para de soplar. Saltar por la borda al agua fría y llena de tiburones, no es plato de buen gusto para nadie que este a bordo, pero seguir remando a contracorriente en un barco plagado de piratas malhumorados, también termina por cansar.
Un barco sin capitán, donde unos están terminando con las pocas provisiones que quedan a bordo y otros reman sedientos contra el viento y bajo el sol para llegar a tierra.
Pinta mal el tema si, pero siempre hay cosas que se pueden hacer para que al menos el viaje sea más ameno y tranquilo. (o alargarlo hasta la extenuación)
El cambio climático parece que este año ha calado bastante en la gran masa, nosotros, los ciudadanos de pie.
Medios de comunicación y personajes públicos se han unido por el bien común. Un bien común que por desgracia está lejos de nuestras manos.
Nos quieren «electrocutar» a todos
Ahora, cuando los grandes países y grandes ciudades sin reservas de petróleo propias están viendo las oreja al lobo, nos quieren «electrocutar». Y no precisamente para matarnos de una vez.
Nosotros lo tenemos claro y nos cabe que mucha gente también, incluida la silenciada comunidad científica.
Pero un momento. No es lo que estás pensando, ni lo que has visto en las redes sociales, ni tan siquiera lo que te han contado tus amigos.
El principal problema de las grandes ciudades somos nosotros. No son los gobiernos, los vehículos de combustión, las calefacciones y aires acondicionados, o los chuletones que nos comemos.
Ya lo han dicho muchas veces, pero somos como como un virus, pero no para el planeta, sino para nosotros mismos. Una pescadilla que se muerde la cola en forma de gusano (esto hay que tener un poco de imaginación para ponerle cara, pues no sabríamos como dibujarlo).
Con el coche eléctrico nos darán la puntilla
Nos quieren meter el coche eléctrico como sea, y las ebikes también. Y no, no estamos en contra de ninguno de ellos. Pero si que lo estamos en como grandes empresas, gobiernos y medios de comunicación a sueldo de estos, nos engañan como a ratones de laboratorio para seguir comprando compulsivamente y generar necesidades que pocos necesitan.
Como virus que somos, no pararmos de reproducirnos, pese a que la natalidad ha caído en picado en los últimos años en muchos paises «civilizados».
¿El fin de las ratas de ciudad?
Cada vez hay más habitantes en menos metros cuadrados. Los pocos que me conocen ya saben como suelo denominar a las personas que viven y que prefieren vivir como sardinas en lata respirando mierda. Ratas de ciudad, amigablemente claro.
Describir la multitud de cosas que cada uno de nosotros podríamos cambiar, sin que por ello nos cueste dinero, salud o tiempo (añade lo que no te gustaría perder a la lista), podría ser interminable.
Pero hace falta mucho más que la intención y los actos de unos cuantos, incluso de la gran mayoría. Si los que nos tienen cogidos por el cuello no dan su brazo torcer, difícilmente podremos llegar a buen puerto.
El problema no son los coches diésel y gasolina
Por ponerte el ejemplo más claro y más significativo, el de los coches eléctricos. El problema de las grandes ciudades no son los coches diésel y gasolina que echan humo, somos nosotros mismos.
Fabricar un coche eléctrico contamina, conseguir la electricidad para moverlo contamina, cambiarle las piezas básicas cada ciertos kilómetros contamina, utilizarlo diario contamina, y un largo ecétera contamina. Realmente todo contamina en esta vida que hemos creado entre todos, pero algunas cosas más que otras.
Y como he comentado anteriormente, el problema no son los coches, somos nosotros. En las ciudades no caben más coches, ni de combustión ni eléctricos.
La gran mayoría de los desplazamientos urbanos se podrían realizar todos en bicicleta, andando o en transporte público, pero preferimos la comodidad del coche privado.
El día que el 90% de lo coches sean eléctricos y más asequibles, y todo el mundo pueda acceder a ellos, nos daremos cuenta de que seguiremos teniendo los mismos problemas, incluso peores: atascos, falta de aparcamiento, averías, atropellos, cementerios de coches de dimensiones dantescas, etc.
Las baterías no son infinitas
Otro tema donde podríamos pasarnos horas hablando o escribiendo, es el tema de las baterías.
Desde, de dónde proceden los materiales para sus fabricación (si no recuerdo mal, únicamente de tres lugares del mundo y la verdad que escasean bastante), cuánto contamina el proceso hasta que llegan nuestras manos, y lo más gracioso, qué vamos a hacer de aquí a nada cuando las primeras generaciones de aparatos eléctricos (coches, bicicletas, patinetes, etc…) tengan que reemplazar sus «pequeñas pilas», o estos minerales se agoten.
Ya existen estudios que demuestran que utilizar un vehículo de combustión actual durante más tiempo, alargando su vída útil, contamina bastante menos que comprar uno eléctrico ultimo modelo: materiles, fabricación, transporte, uso, reparación, carga eléctrica, etc.
Y aunque me esté centrando mucho en el tema urbano, es sencillamente porque la gran mayoría vivimos o vamos a vivir en la gran urbe. La gente de campo no suele tener estos problemas. Aunque tienen otros que nos incumben a todos.
Volviendo a mi propia pescadilla mental, la única salida «viable», si es que tenemos alguna, pasa por el transporte sostenible, es decir, nuestras piernecitas y nuestras bicicletas a pedales (salvo que sepas caminar con las manos o a cuatro patas).
Pero para ello se ha de invertir mucho dinero (y tiempo), el cual nadie tiene y quien lo tiene no le interesa invertirlo, y cambiar radicalmente el modo en que las grandes ciudades se han construido durante décadas, pensando únicamente en modelo del petróleo.
Y no hablamos de carriles bici y vías ciclistas, la cosa va mucho más allá. Pero para contar todo lo que se puede realizar, necesitaría un libro entero.
Resumiendo
El futuro somos nosotros. Sin nosotros (ni nuestro dinero y nuestros votos), ni grandes empresarios ni gobiernos tendrían poder alguno. Para muchos sigue siendo muy difícil de asimilar. Lo entiendo.
Todos sabemos que si dejamos de pedalear, las ruedas dejaran de girar en algún momento y terminaríamos por pararnos o caernos de la bici.
Ahora la cuestión es si la bajada en picado en la que se encuentra la humanidad, es ya tan pronunciada, que aunque dejemos de pedalear, cada vez vamos más rápido.
Y aquí es donde entramos cada uno de nosotros.
Las bicicletas tienen frenos, incluso las fixies o la bmx de rampa. No hace falta que te bajes de la bici por completo (o saltes por la borda), pero frena un poco. Es por tu bien, y sobre todo por el del pelotón con el que vamos pedaleando y cuesta abajo.
Compra lo que necesites realmente, no lo que está de moda o nos quieran vender a todas horas.
Recicla lo que puedas y más. Busca otros usos para una misma cosa. Evita los plásticos, ahorra energía, y sobre todo, muévete en bicicleta siempre que puedas.
Tu cuerpo te lo agradecerá, todos te lo agradeceremos.