Las bicicletas magnéticas existen, bueno, más bien las transmisiones magnéticas para bicicletas.
Tom Stanton, un ingeniero aeroespacial amante de las impresiones 3D, ha diseñado una espectacular transmisión magnética a base de imanes.
Stanton tenía una idea, la cual partía de un principio de la Ley de Lenz, que a groso modo, define la caída de un imán por el interior de un tubo de aluminio o cobre, a priori metales que no son atraídos por los imanes.
Esta caída del imán produce que sea repelido por delante y atraído por detrás, disminuyendo la velocidad de caída por el tubo.
180 imanes colocados en las rueda trasera de la bicicleta mueven un gran disco de cobre
La idea, solo apta para un ingeniero como Stanton, que también es un auténtico manitas, llevó infinidad de pruebas para determinar muchos cabos sueltos de la ecuación.
Desde el material a utilizar, entre cobre y aluminio, así como las piezas impresas en 3D para que aguantasen la fuerza del pedaleo del ciclista.
O los tipos de imanes, con diferentes tamaños, diferentes grados de imantación, el número de estos o incluso la colocación en el «piñón virtual».
Según su creador, es lo más parecido a pedalear sobre un banco de arena
Al final, el invento resultó todo un éxito, y aunque con algunos pequeños inconvenientes, para ser un experimento, la cosa no le quedó nada mal.
¿Veremos en el futuro transmisiones magnéticas en bicicletas como esta?