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En el nombre del padre, del hijo y del espíritu…..deportivo

Ayer mientras veía la etapa reina del Giro, justo en el momento en el que Mikel Landa apretaba los dientes en plena ascensión al Umbrail Pass y Nairo Quintana y Vicenzo Nibali se iban tanteando, mi hijo me dijo que vaya cara de sufrimiento tenían, a lo que yo le conteste, «mucho, sufren mucho».

Mi hijo no ha subido aún ningún puerto, pero es capaz de ver el sufrimiento en la cara de las personas, tiene 5 años. Esto es algo que me sorprende, sobretodo cuando después de que acabara la etapa, empecé a leer crónicas de la misma en diferentes medios, donde se recalcaba o bien que Nairo había perdido su oportunidad o que no se comportó como un caballero dada la situación de Dumoulin y debería haber esperado, como hizo Dumoulin con él, aplicando el juego limpio, o como se dice ahora «fair play».

Sobre el primer punto en el que dan a entender que Nairo perdió una oportunidad de oro de vestirse de rosa, parece como si se lo achacaran a que no se esforzó, que se dedicó a guardar e incluso alguno ha escrito que estaba pensando en el Tour. Yo lo que vi ayer no tiene nada que ver con eso, vi a un grupo de ciclistas dejarse la vida en una etapa durísima, con más de 220 kilómetros y tres ascensiones de auténtico vértigo. Ahí no hay lugar al escaqueo, hubo ciclismo y del bueno, dieron todo lo que pudieron en la subida y arriesgaron en la bajada, fue una etapa bonita de principio a fin.

Sobre el juego limpio y si debería haber parado o no debería haber parado Nairo y Nibali, es algo que se ha discutido infinidad de veces en el ciclismo, porque es realmente complicado medir con la misma vara diferentes situaciones de carrera. Lo que está claro es que caídas, pájaras, salidas de cadena, pinchazos o incluso retortijones forman parte de la carrera de forma y pueden ser acontecimientos determinantes, la suerte también ha de estar de tu lado y no se puede reprochar nada a nadie. Discriminar cuándo se debe parar o no parar al pelotón no es fácil y tampoco justo, porque todos los días suceden hechos de este tipo y no se para, o ¿cada vez que uno de los que disputa la general pinche se tiene que detener el pelotón y luego arrancar?. Si, efectivamente son gestos bonitos, que a todos nos gustan, pero no exigibles, así es la alta competición.

En la etapa reina hubo sacrificio, esfuerzo y emotividad, a mi me gustó. Luis León Sánchez apretó los dientes en la subida del Mortirolo y se mantuvo en cabeza hasta la cima, no se entendía porque se pegaba tal calentón al frente de los escapados, hasta que coronó el puerto, quería homenajear a su compañero fallecido Michele Scarponi, cruzando en primera posición el puerto al que en esta edición del Giro han rebautizado como «Ascensión Scarponi», se emocionó y Omar Fraile, le dio una palmada en la espalda que claramente significaba «estamos contigo, amigo» y la competición continuó.

Mikel Landa se marcó un auténtico etapón de principio a fin, coronó en primer lugar el Stelvio, coronó en solitario el Umbrail Pass y en la bajada le dio caza Nibali y de paso le quitó la etapa, una auténtica lástima, pero que no le resta ni pizca de mérito. Estas son las cosas que me gusta que vea mi hijo, el esfuerzo, el sacrificio y el saber reponerse ante la adversidad de esta gente sin darse por vencidos, para mi ese es el auténtico espíritu deportivo, caerse y levantarse (si puedes claro).

Por último quería quitarme el sombrero ante la actuación de Dumoulin, pese a la adversidad no tiró la toalla en ningún momento, la fortaleza mental de este hombre no tiene parangón. Cualquier otro se hubiese dejado llevar por la desesperación de ver como pierde de nuevo su oportunidad de llevarse una gran vuelta. Hizo un ascenso y una bajada del Umbrail Pass para enmarcar, un fuera de serie.

En esta etapa hubo espíritu deportivo por los cuatro costados, disfruté y me hizo recordar porque me gusta tanto este deporte, esos son los valores que quiero transmitirle a mi hijo, aunque creo que él ya los habia visto todos en el rostro de cada uno de los ciclistas que ayer cruzaron el arco de meta.