El cambio climático cambiará por completo competiciones como el Tour de Francia

Correr el Tour de Francia en pleno mes de Julio o la Vuelta Ciclista a España con temperaturas de 35º C no es lo más recomendable, pero hay muchas más cosas que harán que las grandes vueltas por etapas tengan que cambiar radicalmente de rumbo.

No es la primera vez que hablamos sobre el tema, pero las recientes declaraciones de Guillaume Martin, ciclista francés del equipo Cofidis, advirtiendo sobre el impacto del ciclismo profesional en el cambio climático, reabre el debate.

Martin, muy crítico, tanto consigo mismo como con las competiciones ciclistas profesionales, ha reconocido en el diario Reporterre, su preocupación por carreras como el Tour de Francia.

Desde hace dos o tres años, algunos equipos ciclistas profesionales han comenzado a realizar pequeños cambios, pequeñas acciones, tanto para concienciar sobre su impacto en el medio ambiente, como para reducir las emisiones que producen cada año con su actividad.

Estas acciones voluntarias, en realidad son insignificantes si las comparamos con las que deberán realizar obligatoriamente en los próximos años si las predicciones se cumplen.

En 2020, se estimaba que un equipo ciclista profesional emitía el mismo CO2 en un año que un coche de combustión que da la vuelta al mundo 179 veces.

Un dato simbólico, pues los equipos no solo realizan emisiones de CO2, sino que contaminan de muchas otras maneras con su actividad, y no solo cuando van a eventos deportivos como el Giro, Tour o Vuelta.

Según Guillaume Martin, el ciclismo de competición actual es una actividad de lujo

Y no, el francés del Cofidis no se refiera al alto precio de las bicicletas y los componentes, sino al aspecto deportivo, más en concreto a las competiciones profesionales.

Todo emite o contamina en esta vida, incluso montar en bicicleta, pero es cierto que ciertas actividades, además de producir y contaminar más que otras, son totalmente prescindibles.

Si nos centramos en los equipos ciclistas profesionales participantes en una gran vuelta por etapas como el Tour de Francia, hay muchas cosas que se pueden y se deberían cambiar.

Y ya no solo por el bien del planeta, como bien indica Guillaume Martin, por el bien de los propios deportistas.

Martin llega al extremo de opinar sobre qué pasará si llega una crisis alimentaria, como la que se espera. Seguirán pedaleando, emitiendo, consumiendo recursos innecesarios y mirando hacia otro lado, o tomarán acción.

Mi forma de vida como ciclista profesional es mucho más contaminante que la de cualquier otra persona

Guillaume Martin

Así lo reconoce el francés, quien pasa entre 200 y 250 días al año fuera de su casa por motivos laborales.

En un Tour de Francia, con 180 ciclistas de media, la gran mayoría viaja en avión, y lo hace prácticamente cada dos tres semanas en plena temporada.

Cada equipo tiene varios coches de asistencia y autobuses.

El personal de dicho equipo, contamina incluso más que los propios ciclistas.

En carrera se mueven en coches, camiones, autobuses, pese que comienzan a verse cada vez más vehículos eléctricos.

Los dichosos traslados entre etapas o las salidas en otros países, son un circo que el ciclismo no se puede permitir

La organización de carrera también se mueve durante los más de 21 días de competición.

Los bidones de agua, hechos de plástico, que manejan los equipos ascienden a más de 630.000 unidades al año, aunque ya existen bidones biodegradables como este de Cannondale.

Las miles de barritas y geles que se consumen, pese a que se intenta tirar los envoltorios en las zonas indicadas, no deja de ser un consumo desmedido de envoltorios de plástico.

La caravana ciclista, los vehículos que acompañan al pelotón en competición, debería de ser la primera en recortarse, también los helicópteros de TV.

Sobran motos y coches en una gran vuelta, eso lo sabe todo el mundo.

Aunque las marcas patrocinadoras de estos grandes eventos deportivos se dejan muchos miles de euros, hay acciones mucho más efectivas que llevar vehículos voluminosos y contaminantes detrás de los ciclistas en cada etapa.

Es sin duda alguna, ridiculo.

Los propios coches de equipo, las motocicletas con mil y una funciones, o los helicópteros, son quienes emiten cerca de la mitad de las emisiones de una carrera.

El tema de los helicópteros de televisión, es complicado, ya que la mayoría sirven como antena repetidora para que la señal de TV llegue desde las motos al centro de difusión.

Es imposible competir al máximo esfuerzo con temperaturas que rozan los 40 ºC

Otro de los puntos que comenta Martin en la entrevista, es el de las altas temperaturas de los últimos años.

Ya no solo en el Tour de Francia que se disputa en julio en pleno verano, también en competiciones en Suiza por poner un ejemplo, o como no, La Vuelta Ciclista a España.

Según Guillaume Martin, el Tour de Francia debería ir pensando en cambiar la carrera de fechas.

No es de recibo que mientras las autoridades piden a la población que se mantenga en casa o en lugares frescos ante las altas temperaturas, los ciclistas tengan que estar sobre la bicicleta durante horas realizando esfuerzos máximos.

El pasado verano ya se tuvieron que suspender algunas carreras por las olas de calor y el riesgo que supone para loos deportistas.

Cada vez es más común ver a ciclistas colocándose placas de hielo en el cuerpo para intentar bajar la temperatura de este, o rociándose agua por la cabeza.

El pasado Tour de Francia, la organización de la carrera tenía planeado «regar» el asfalto para mitigar el calor procedente de este al paso de los corredores y se colocaron más zonas de avituallamiento líquido de las normales.

Correr durante tres semanas a una media de cinco horas sobre la bicicleta al día, subiendo puertos o con un ritmo infernal sobre la bicicleta, y con temperaturas superiores a los 30ºC, es un sufrimiento innecesario que se podría solventar cambiando el calendario la fecha de la carrera.

En los próximos años, seguramente, veremos, pues estamos obligados a ellos, muchos cambios en el Tour de Francia y en otras competiciones ciclistas de primer nivel debido al cambio climático.

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