A la hora de decidirnos a participar en una marcha tenemos en cuenta muchos factores, localización, recorrido atractivo, dureza y… en muchas ocasiones un nombre que nos engancha y que hace que las ganas de participar en ella aumenten de manera considerable. La Crujebielas aunaba todo lo citado anteriormente, pues además de su nombre que ya nos daba una pista de como iba a ser la marcha, nos presentaba un recorrido rompepiernas, intenso y en un entorno magnífico para la práctica de nuestro deporte.
Con una climatología irregular y lluvia en los días previos a la marcha, la mañana del 29 de Septiembre nos recibía con un cielo muy nublado y precipitaciones en forma de agua. En nuestro trayecto a Almorox por la Nacional V casi todo apuntaba a que iba a ser una jornada sobre mojado. Por suerte minuto a minuto la cosa fue mejorando y ya en Almorox el sol se dejó ver abriéndose paso entre las nubes y acompañándonos (afortunadamente) durante toda la jornada. El pabellón deportivo de Almorox era el escenario preparado para la entrega de dorsales. Decenas de bikers llegados desde zonas limítrofes como poblaciones de Madrid y Ávila hacían que el ambiente ciclista fuera excelente. Desde primera hora los voluntarios trabajaban para que todo estuviera en orden, pese a ello y debido a las inscripciones el mismo día de la prueba la salida se vio retrasada. Algo entendible e indicativo de que mucha gente se animó a tomar parte en la marcha tras el cierre oficial de inscripciones on-line.
Los integrantes del Club MTB Almorox presentaban dos recorridos para que todo tipo de bikers tuvieran cabida en la marcha. El más sencillo de 24 kilómetros y el más largo de 45 kilómetros ideal para los bikers con más técnica y preparación. Nosotros tomamos parte en este último.
Así, pasados unos minutos de las 9:50 horas se daba la salida a la ruta larga. Con una parte inicial bastante rápida y sin complicaciones el grupo se estiraba y cada uno buscaba su ritmo para acabar con garantías el recorrido. Aunque sea una marcha ya sabéis como se rueda, el grupo cabecero rodaba rapidísimo buscando arañar todo el tiempo posible al cronómetro. Con un inicio sencillo no hacía más que pensar en el nombre de la marcha y…. ¡bingo!. Con un terreno húmedo por las lluvias pero afortunadamente muy compacto y muy apto para rodar comenzaban a llegar las primeras rampas, falsos llanos, muros y todo aquel terreno que os podéis imaginar donde hacía falta apretar los pedales con fuerza. Esa tónica no desaparecería, y desde aproximadamente el kilómetro 7 hasta prácticamente el final de la marcha, el terreno rompepiernas hacía que nos exprimiéramos al máximo sobre la bici. Para reponernos del esfuerzo durante la marcha la organización preparó tres avituallamientos en los que tanto lo ofrecido, como la disponibilidad y la atención hacia los bikers por parte de la organización eran sobresalientes. Durante la marcha como siempre nos paramos a tomar fotos para trasladaros lo allí vivido desde el interior de la marcha. Analizando el recorrido de la marcha no echamos absolutamente nada en falta. Y es que a lo largo de los 45 kilómetros nos encontramos pistas anchas y cómodas con buen firme para rodar, algunas más rotas por la presencia de piedras, continuos sube-baja, senderos de auténtica conducción, divertidas bajadas… Y todo ello en un precioso entorno a los pies de la sierra de Gredos, rodando entre pinares y en definitiva disfrutando del Mountain Bike. No debemos olvidar que nuestra afición nos permite ir descubriendo nuevas zonas, parajes etc. En este sentido la Crujebielas y la población de Almorox han sido todo un descubrimiento. Sino habéis acudido a su primera edición os aconsejamos probar su recorrido con el track y por supuesto os invitamos a participar en la edición del próximo año.
Con 45 kilómetros en las piernas y con algo más de 900 metros de desnivel positivo acumulado llegábamos a la meta en el pabellón polideportivo de Almorox. Allí los cientos de bikers (más de 250) degustamos una riquísima caldereta pudiendo recuperar las energías gastadas durante la marcha. Ni la comida ni la bebida faltaron. A la llegada de tod@s l@s bikers se hizo entrega de premios a los primeros clasificados así como se sortearon varios regalos. El mejor colofón para una auténtica fiesta ciclista.
Queremos destacar el aspecto organizativo de la prueba y más teniendo en cuenta que era su primera edición. El recorrido estaba perfectamente señalizado con cintas (la gente del club trabajó duro bajo la lluvia el día anterior para llevar a cabo esta labor), los tramos peligrosos estaban señalizados siendo avisados por la gente del dispositivo de seguridad. Presencia de protección civil, vehículos de la organización, policía, guardia civil… Todo cuidado al máximo para que pudiéramos disfrutar. Vaya nuestra enhorabuena por la labor realizada al Club Almorox MTB a todos los voluntarios de la prueba así como al ayuntamiento de la localidad por su colaboración.
Una de las cosas más comentadas de la marcha fue la exigente subida por el cortafuegos, donde a penas dos decenas de bikers consiguieron subir sin empujar la bici… Que el año que viene no te lo cuenten, la segunda edición de la Crujebielas te estará esperando. Allí nos veremos.