La Maratón BTT Urola-Garaia es sin lugar a dudas una de las pruebas más exigentes del calendario de marchas no competitivas, en la que además nos enfrentan al reto de cubrir las 4 cimas más significativas que rodean esa comarca: Korosti, Irimo, Izaspi y Beloki.
Tanto física como técnicamente hablando, la prueba es de una exigencia muy alta y, pese a no ser un tipo de recorrido en el que me encuentre especialmente cómodo, el entorno, la organización y el ambiente me tiene totalmente enganchado, por lo que sin pensarlo dos veces y por 3ª vez consecutiva, acudí al reto lanzado por la familia de Urretxu-Zumarraga.
Desde la organización de una prueba, se puede controlar todo menos el tiempo y después de unas semanas de tiempo seco y viento sur, tres días antes de la prueba el cielo se rasgó y escupió todo lo que le dio la gana y más.
Con ese panorama, al igual que otros muchos participantes, nos pusimos bajo el arco de salida sin haber decidido por cuál de los dos recorridos optaríamos:
– Largo: 80km y 3.200m D+
– Corto: 47km y 1.800m D+
Con esa incertidumbre, a las 8:30 en punto iniciamos la marcha y después de las dos vueltas de rigor al pueblo, nos entregamos en cuerpo y alma al recorrido.
Los primeros kilómetros tienen unas rampas considerables, suficientes como para estirar un poco el pelotón, pero este año, parece que todos veníamos con hambre de montaña y nadie regalaba nada.
El no estirar lo suficiente la masa de participantes provocó atascos en los primeros descensos técnicos, donde los menos “hábiles” (por no decir torpes) vamos con los frenos clavados y un pie medio suelto.
Una de las calas me empezó a dar problemas ya que se me iba aflojando continuamente, por lo que cada poco me veía obligado a parar para volverla a apretar. No sé muy bien porqué, pero esa situación empezó a crearme cierta paranoia y agobio mental. Antes del primer avituallamiento ya me había parado dos veces para no perder la cala.
Sergio Blanco (CDC APLBIKE), el Hellbiker que me iba a acompañar a pocas semanas de la Urola-Garaia, tuvo un accidente entrenando en carretera. Un conductor ebrio se saltó un stop y Sergio se estampó contra él. El resultado fue pérdida de consciencia y una muñeca fracturada.
Como consecuencia acudí sin compañero a la prueba, algo que nunca ha sido un problema, ya que mentalmente soy bastante fuerte y además, tengo cantidad de amigos con los que hacer grupeta, pero no sé por qué, ese día no terminaba de encontrar bien mi ritmo y acabé juntándome con grupetillas que llevaban un ritmo más tranquilo y muy buen rollete entre ellos.
El terreno no estaba tan mal cómo había pensado y quitando un par de tramos concretos, el resto estaba ideal para pedalear. Aun así, no conseguía poner la cabeza en la carrera así que, cuando llegué al cruce, me decanté por la versión corta de la prueba.
El año pasado, como consecuencia del agua y el barro, no pude disfrutar del famoso “happy end” (final feliz) del que hace gala el recorrido corto y como ante todo hacemos esto para divertirnos, pensé que si seguía, sufriría innecesariamente y si me retiraba ahí, me iría a casa con el punto exacto de sufrimiento y diversión, así que solté freno y me dejé llevar por el sendero hasta meta.
Todo biker sabe que hay días en los que todo funciona y va como la seda y otros, en los que no terminas de sincronizar toda la maquinaria.
La Urola-Garaia no es una prueba competitiva sino un reto entre uno mismo y la Comarca, pero como dato de referencia deciros que los primeros en cruzar el arco de llegada fueron Iker Lekue e Iban Letamendi, con un tiempo de 5h y 17m.
Otro dato que dice mucho del nivel de preparación y conciencia de los participantes es que hubo record de finishers del recorrido largo; de los 430 participantes, 221 (51%) pisaron las 4 cimas y fueron capaces de cubrir los 80 kilómetros. ¡Todo un logro!
Me gustaría destacar la gran labor realizada por parte de la organización y su capacidad de reponerse a los contratiempos, ya que a pesar de que hubo algún desalmado que se dedicó a quitar las marcas unas horas antes de la celebración de la prueba, el buen hacer y rápida reacción de la familia del Goierri K.E. consiguió subsanar el problema y ninguno de los participantes nos vimos perjudicados por semejante acto vandálico.
Ya lo he dicho al principio, yo soy un biker más bien “machaca bielas”, potente en el llano, pistón en las subidas, pero muy torpe en los terrenos técnicos y este tipo de terrenos se me atragantan bastante, pero la Mountain Bike es algo más que hacer tiempo.
Poder pedalear por un entorno de ensueño, con una organización de 10 y un ambiente de verdadera camaradería y amistad me es más que suficiente. Por eso mismo, ya estoy con la cuenta atrás, a la espera de la VI edición de la Maratón BTT Urola-Garaia.