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Crónica Euskadi Extreme 2017

El pasado 3 de junio tuvo lugar la 9ª edición de la Euskadi Extrem y los HellBiker no faltamos a la cita de la mítica prueba de Mountain Bike. Tras una semana de viento sur y altas temperaturas, la noche del viernes al sábado, el cielo se abrió y soltó todo lo que le dio la gana y un poco más.

Fuertes granizadas e intensas lluvias fueron las responsables del complicado panorama al que nos enfrentaríamos al día siguiente. Caía tanta agua, que estuvieron a punto de verse obligados a suspender el tradicional control de firmas de la salida, ya que la tinta se diluía aún más rápido de lo que la gente escribía, pero finalmente escampó y pudimos dejar nuestra rubrica en el casillero correspondiente a nuestro dorsal.

A las 11:00 salieron los 500 participantes de la versión más corta de la Euskadi Extrem, la K50 y 15 minutos más tarde salimos los casi 700 biker apuntados a la K100.
Con una velocidad de crucero bastante alta, dejamos atrás el Buesa Arena, Salburua y nos encaminamos hacia la Vía Verde del Vasco-Navarro.
Hasta entonces todo iba bastante bien, pero cuando pasamos la localidad de Monasterioguren, la película cambio…y ¡de qué manera!

Si hay algo que caracteriza a los Montes de Vitoria, además de la riqueza natural que alberga, es el barro, y no defraudó. Llegó un momento en el cual todo el mundo se vio obligado a echar pie al suelo, cambiando la modalidad de BTT por la de” Empuja-Bici”.

 

Con más pena que gloria alcanzamos nuevamente la Vía Verde, por la que rodamos hasta la estación de Errotalde, donde nos ofrecieron el primero de los avituallamientos.
Sin detenernos demasiado, dirigimos las ruedas hacia la población de Azilu y de ahí hacia el Embalse de Ullibarri-Gamboa.

Las pistas del pantano son ciclables sin importar las condiciones meteorológicas pero el ascenso al cerro…no lo es tanto.
Una ladera habitualmente machacada por las vacas, estaba ese día que daba pena. Menos mal que el sendero del cordal se hizo algo más llevadero, aun así, estuve a punto de besar el suelo varias veces.

Nuevamente en la pista amarilla que rodea el embalse, volamos hasta la localidad de Marieta, donde nos esperaba el segundo de los avituallamientos y además, un buen samaritano nos sacó una manguera para poder limpiar algo las bicis.
Después del tramo de Montes de Vitoria, mi pobre Orbea Occam ya no cambiaba y tenía que meter los platos a mano. Pensé que un manguerazo le devolvería el uso al desviador, pero no fue así.
La cuesta que venía a continuación y sube hasta la Ermita de Sta. Marina es vieja conocida nuestra, así que dejé la bici lista con el 22 metido, en previsión de lo que se nos venía encima.
Esa subida suele ser algo complicada no sólo por su verticalidad, sino porque en su parte final las piedras, roderas y raíces dejan una única vía ciclable posible.

Con las pulsaciones por las nubes y algo de “empuja-bici”, alcanzamos el puesto palomero donde finalizaba el ascenso y nos preparamos para un embarrado descenso.
Esta vez la intensa lluvia y el que hubiese pasado delante nuestro el batallón de la K50 nos benefició bastante, ya que habían arrastrado el barro y dejaron la roca bastante fuera.
Con algún sustillo que otro alcanzamos la Vía Verde que viene de Arlaban, por donde rodamos a 35km/h hasta llegar a Landa.
Apretamos el culo al cruzar las pasarelas de madera más que nada porque la combinación de madera+agua, suele dar un mal resultado.

Llegamos a la población de Ullibarri Gamboa con un ritmo bastante ligero, desde donde en teoría deberíamos haber subido al alto de Urbina, pero una serie desafortunados accidentes entre los participantes de la K50 que llevaron a la organización a cortar ese tramo y el del mirador de Zuazo.
Habíamos ido comiendo durante el camino, por lo que nos saltamos el avituallamiento situado a la altura de la presa lanzándonos cómo lobos a por el tramo final de la Euskadi Extrem 2017.
Al intentar salir de una rodera, el terreno no aguantó y di con mis huesos en el suelo. Por suerte, lo único herido fue mi orgullo. Finalmente, y con muchos kilos de barro encima, con un tiempo oficial de 6h 12m 49s conseguimos dar por finalizada la Euskadi Extrem 2017.

La prueba en general estuvo muy bien organizada, aunque quiero hacer algunas propuestas de mejora:

En primer lugar, lo más criticado por el público ha sido la ausencia de bolsa del corredor. Está claro que una prueba no se debe medir por ese “caramelito”, pero a la gente le hace ilusión el poderse llevar un pequeño recuerdo conmemorativo de la prueba sin tener que pagarlo aparte.

Cómo consumidor habitual de este tipo de eventos, una de las cosas que más me suele preocupar es el marcaje del recorrido. Nosotros conocíamos bien el track, pero sí que se echaron en falta algunas más marcas, ya que en alguna ocasión tuvimos que advertir a grupos de participantes, viendo que se iban por caminos equivocados.

Siguiendo con el tema de las marcas, también recalcar que las tiras de plástico rojas y blancas dan lugar a equívoco, ya que no sabes si es una señal de obra, peligro o track. Lo más recomendable es la utilización de las marcas de celulosa fosforito, por ser muy visibles, nada agresivas con el medio ambiente y porque tanto su colocación cómo retirada es sencilla.
En contrapunto a lo anterior, me quito el sombrero por el aguante de la gente voluntaria que aguantó estoicamente el mal tiempo y nos guiaron en cada uno de los cruces o zonas complejas.

La decisión de recortar el último tramo, no sería del gusto de todos, pero en mi opinión, fue muy acertada y evitó bastantes accidentes.

También he de reconocer que el barro y las condiciones meteorológicas tan adversas dieron a la prueba el puntito épico que tal vez le faltaba al recorrido. Aun así, para otra edición, les recomendaría llevar unos huevos a las Carmelitas, para asegurar un poco más el tiempo.

La Euskadi Extrem, con sus aciertos o desaciertos, evolución o involución, se trata de una gran prueba y su presencia en el calendario anual es indispensable.

Los responsables de la Euskadi Extrem han sabido adaptarse a las exigencias del gran público y les agradecemos el esfuerzo que realizan año tras año para preparar semejante tinglado.

Nos vemos en la 10ª edición!!