Piedras, raices y desnivel. Si tuviera que definir el descenso del Valle de Coruxo, sin duda serian las tres palabras claves.
El viernes llegamos poco antes de que se fuera el sol y reconocimos el circuito a pie. Nos recibió un cortado de meta de unos 2 metros de alto y 6 de largo, primera pista de que el fin de semana iba a ser duro. Comenzamos a subir y aquello iba complicándose cada vez más. Lo que empezó siendo una pista con algunos saltos, se convirtió en una trialera de piedras y raíces gigantes. Buscamos la mejor trazada para mi, pero era incapaz de memorizar tanto, cuanto más subíamos más se complicaba aquello, dobles, cortados, losas imposibles… decidí no ver el circuito hasta el día siguiente, prefería dormir sin pesadillas esa noche…
El Sábado todo el mundo estaba nervioso y yo más que todos juntos, todos me decian que no me quedara con la impresión de la primera bajada, que lo intentara una segunda vez que cambiaría. Me conozco, y como no me sienta a gusto en la primera toma de contacto bici + terreno + Elena, sabia que sería un fin de semana de disgustos.
En el arco de salida no me quedaba otra que bajar y hacerlo lo mejor posible, me había hecho seis horas de viaje, no me iba a quedar en el padock sentada. Respiré y solté freno…
Ya no paré hasta el siguiente obstáculo. La bici corría y yo disfrutaba, esquivaba piedras, saltaba raíces, buscaba las mejores trazadas para mi, disfruté como hacía mucho que no lo hacía.
El domingo subí para realizar el primer entrenamiento muy relajada (raro en mi), pero empezaron los problemas, el cambio se bloqueó, el freno delantero llego a su fin…, y sobre todo, ¡NO LLEVABA NADA ROSA!
Gracias a la gente maravillosa que hay en este deporte, todo el mundo me echó una mano para llegara tiempo a mi hora de salida. ¡Y entre todos llegué!. Hice mi primera manga perfecta, cediendo el paso a mis compañeras, al llegar abajo estaba agotada, pero tan feliz que me subí de nuevo a esperar mi segunda manga, pero hay algo contra lo que mis ganas no pueden aún y es el cansancio. Me caí al poco de salir, y ya no pude recuperar ni la concentración, ni la adrenalina, ni la confianza en la bici ni nada, la gente no paraba de animarme a que siguiera, pero cada vez que me subía a la bici a los 100 metros volvía a caer, así hasta cinco veces en la última manga…
Aún así muy contenta y orgullosa de haber hecho y disfrutado semejante circuito. Tengo que dar las gracias a todos los que me animaron y ayudaron, y a los espectadores que no dejaron que abandonara animando a llegar a bajo como fuera.
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