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Dilema ¿Rendimiento o emoción?

A día de hoy, es evidente que Trek domina las competiciones con mano de hierro. A mí el XC no me interesa, pero un vistazo a los resultados es suficiente para darse cuenta que, en Gravity, el dominio de Aaron Gwin y su Trek Session es indiscutible (el pasado domingo supimos que la Copa del Mundo de este año vuelve a ser suya) y el de Brandon Semenuk y sus Session, Remedy y Ticket es ya abrumador. Nos sorprende tanto el particular y enigmático atractivo del canadiense como la falta de carisma y encanto del americano, pero el caso es que ahí están, manejando la gravedad a su antojo y disfrutando ambos de su particular reinado. Trek puede estar contenta: sus bicis están en buenas manos. Su plan para dominar el mundo, nuestro particular mundo, funciona.

A cambio, a la otra gran marca de la industria, Specialized, parece que le interesa más que nos fijemos en el «freerider way of life». Matt Hunter, Darren Berrecloth o los chicos del Coastal Crew nos venden más su último vídeo, sus camionetas pick-up o su vida al aire libre que el rendimiento puro y duro. Algunos de ellos ni siquiera compiten; no quieren que les compremos sus bicis porque ganen, sino porque queramos ser como ellos. La estrategia es eficaz: hace solo unos días el periodista canadiense Tyler Maine nos contaba en Pinkbike que un día cualquiera de este mes de julio 15 de cada 100 bicis en Whistler eran Specialized Demo. Casi el triple que el siguiente modelo con más presencia: el Transition TR450, con un 6% de usuarios. Y sí, vale, también están Sam Hill o Troy Brosnan peleando por la Copa del Mundo, pero lo cierto es que los resultados no terminan de cuajar.

Yo, en particular, tengo un dilema: mi pasión es el freeride y en mí, de alguna manera, ha terminado calando la idea de que las Spec son más “apropiadas” para ese uso y se ajustan más a mis necesidades. Por otra parte, soy un fanático de Trek y admiro su tecnología y constante innovación, fuera del alcance de las marcas más pequeñas e incluso algunas grandes. Pero también tengo clara una cosa: ninguna marca me hace mejor ciclista de montaña ni va a hacer que me divierta más. Eso solo se consigue con entrenamiento duro y, en último término, con la búsqueda de la perfección sobre la bici, ese estado mental…