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II Edición Matanza MTB Valdemanco

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Nieve, agua y barro fueron los grandes protagonistas de la II Edición de La Matanza en Valdemanco (Madrid). Con un recorrido de gran intensidad, cuidado y señalizado con precisión, la prueba, no deja indiferente a nadie.

Después de la nevada del sábado, el domingo 19 de enero amaneció algo más tranquilo, pero con la permanente amenaza de precipitaciones ligeras durante toda la mañana. Temperatura máxima prevista: 4°C. Fantástica la crema calentadora de Herbamedicus que nos entregaron con el dorsal. Todos la agradecimos.

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La organización, con buen criterio, suprimió la zona más compleja y elevada de la prueba, pero, para que os hagáis una idea de cómo estaba el terreno, en la primera hora, algunos, apenas habíamos recorrido 10 km.

A las 10:30 h, salimos los 350 bikers de la Plaza de la Constitución, donde el Club Emedoce había montado una carpa gigante, junto al arco de salida y meta.
Nada más salir, para entrar en calor, la primera subida con intensidad, unos 1.500 m, hasta coger la Cañada Real Segoviana.
Según vamos ascendiendo, empezamos a ver más nieve. La pista está bien para rodar porque vamos pisando sobre rodadas de la gente que nos precede, pero en el punto más alto de esta vía, a los pies del Mondalindo, la profundidad del manto de nieve es muy considerable.

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En realidad y, a pesar de la nieve, esta parte de la prueba es de las más sencillas de realizar, porque, en cuanto iniciamos el descenso hacía Valdemanco, los estrechos senderos entre piedras y jaras, y la gran cantidad de agua que corría por los caminos y arroyuelos que cruzamos, convierten la bajada en eterna.
Requiere de una concentración, habilidades técnicas y condiciones físicas exquisitas. Pero, no os voy a negar, que es la parte más emocionante del recorrido.

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En cuanto volvimos a ver el casco urbano del pueblo y atravesamos el arroyo por debajo del puente de la carretera, fuimos hacia las enormes lanchas de granito, características de esta zona de la sierra madrileña. Este año, afortunadamente, no tenían placas de hielo y pudimos pasar sin descabalgar de nuestras bicicletas.

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Descenso más agradable, hasta llegar al primer avituallamiento, para continuar por caminos más anchos, pero con gran cantidad de agua y barro, que dificultan enormemente la marcha. Es de los días en los que las pedaladas no cunden.
Tanto mi compañero, J. M. Cuenca, como yo, habíamos tocado suelo en un par de ocasiones y decidimos reducir algo el ritmo para intentar controlar.

En Cabanillas de la Sierra, nos espera el punto de avituallamiento principal. No sólo paramos a reponer fuerzas, sino que tuvimos que lavar las bicicletas y las gafas porque iban hasta arriba de barro. Los voluntarios de la organización, amablemente, nos ayudaron y nos engrasaron nuestras maltrechas cadenas.

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Aunque había caldo caliente y montaditos muy sabrosos, no pudimos entretenernos mucho, porque íbamos con los pies mojados de atravesar arroyos, balsas y charcos del camino. Una lástima, porque todo tenía una pinta impresionante. Por esta parte del recorrido, las condiciones meteorológicas son más benignas, incluso hay momentos en los que luce un tímido sol que agradecemos. En continuo ascenso, de nuevo encaramos hacia la sierra y hacia la meta de la prueba.

Precioso el Lanchar de la Condesa, donde la prueba transita por enormes lanchas de granito que formaban parte de una antigua cantera. Un paisaje muy curioso, despejado de vegetación y que agradeceríamos por la ausencia del pesado barro.

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Según nos vamos acercando de nuevo a Valdemanco, el frío se hace más notable y podíamos ver de fondo la sierra tupida de blanca nieve. Un fondo precioso para ultimar los kilómetros finales de la marcha.

Senderos estrechos, con bajadas divertidas entre jaras… Cruzaríamos la carretera y afrontaríamos la última subida hacia el pueblo, pasando por debajo las antiguas vías del tren.

La verdad: todos con ganas de terminar y poder cambiarnos de ropa. Estábamos heladitos. Enseguida, unas reponedoras patatas con carne que degustadas al refugio de la carpa y que fueron un merecido premio al esfuerzo realizado.

En definitiva, exigente jornada de puro MTB, con un recorrido intenso y unas condiciones climatológicas claramente adversas, pero que en ningún momento nos quitaron la ilusión poder concluir con éxito este nuevo desafío del Club Emedoce.

Enhorabuena a Santos, integrante del club organizador, que a pesar de estar absolutamente implicado en la preparación del evento, fue el segundo participante más rápido en terminar la marcha.
Por supuesto, a Fernando y a Miguel, que preparan con esmero todo y que son capaces de rodearse de voluntarios y colaboradores excepcionales. El Club Emedoce es un excelente organizador de pruebas, sin dudarlo.

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Si has realizado la prueba, imagino que te habrá dejado huella y, si aún no la has hecho en estas dos ediciones, procura anotarla en tu calendario de eventos, porque merece mucho la pena.

Nos vemos por los caminos.