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Afrontar psicológicamente grandes retos sobre la bicicleta

A la hora de afrontar una jornada ciclista de alta exigencia, y en concreto una marcha de larga distancia, puede resultarnos útil seguir un plan de preparación que incluya tanto la adquisición y perfeccionamiento de las habilidades físicas y técnicas necesarias para superar el reto, como el desarrollo de habilidades psicológicas que, aplicadas por el propio deportista, pueden contribuir a mejorar su rendimiento posibilitando un mayor disfrute y satisfacción con la actividad.

Entre otras habilidades, podemos señalar estas cuatro: el establecimiento adecuado de objetivos, práctica en imaginación, regulación del diálogo interno, e identificación y consecución del nivel de activación óptimo.

De la aplicación de las mismas podemos lograr como resultado la autorregulación y el autocontrol personal en la prueba deportiva, optimizando así nuestros recursos. Las comentaremos brevemente:

«Con la práctica, podemos llegar a ser capaces de identificar y propiciar voluntariamente el nivel de activación física y mental en que nos es posible aprovechar al máximo nuestro potencial»

  • Establecimiento adecuado de los objetivos.

Un buen planteamiento de la marcha pasa por tener claras las características de la prueba, nuestras expectativas y nuestros recursos materiales, físicos y psicológicos para afrontarla.

Determinar unos objetivos congruentes con los aspectos anteriores puede ser decisivo de cara al grado de satisfacción que obtendremos de nuestro desempeño en la actividad deportiva. Así, es importante identificar:

  1.  Objetivos de resultado y de realización bien relacionados. Los objetivos de realización son ejecuciones de ejercicios que aumentan las posibilidades de lograr un determinado resultado general.
  2. Objetivos a corto, medio y largo plazo bien relacionados, enlazando objetivos a corto y medio plazo como eslabones de una cadena cuyo fin es la consecución de objetivos a largo plazo.
  3. Objetivos específicos y bien definidos, evitando objetivos ambiguos.
  4. Fijar una meta atractiva y desafiante procurando que sea alcanzable.
  • Práctica en imaginación.

Esta práctica puede ayudarnos a adquirir, consolidar y perfeccionar la ejecución de movimientos técnicos cada vez más precisos y eficaces. Para aprender nuevas técnicas o mejorar las ya existentes en nuestro repertorio podemos servirnos de bibliografía deportiva, vídeos o recibir el asesoramiento de entrenadores o colegas experimentados. Compartir sensaciones y detalles es una actividad gratificante y de alto valor didáctico que nos permite disfrutar hablando del deporte que nos gusta. Podemos así:

  1. Ensayar mentalmente algunas conductas antes de ejecutarlas.
  2.  Anticipar dificultades y ensayar las habilidades y recursos disponibles para controlarlas.
  3. Provocar sensaciones positivas y asociarlas a estímulos potencialmente estresantes.
  4. Analizar retrospectivamente la actuación en un ejercicio y extraer conclusiones sobre nuestras sensaciones físicas, psicológicas y su relación con el rendimiento.
  5. Comentar nuestras sensaciones con otros deportistas.
  • Regulación del diálogo interno.

En situaciones de esfuerzo intenso, es recomendable controlar las interferencias atencionales y centrarnos en los estímulos relevantes del ejercicio. Además, podemos ofrecer más resistencia al cansancio enfocándonos a sensaciones placenteras. Es importante controlar los estados emocionales, para así poder fortalecer la autoconfianza y la motivación durante el ejercicio. Esta regulación podemos llevarla a cabo por medio de:

  1. Autoafirmaciones. Son frases que nos decimos a nosotros mismos con la finalidad de controlar nuestro estado anímico (ejemplo: “puedo lograrlo”).
  2. Autoinstrucciones. Constituyen las órdenes concretas sobre acciones a realizar (ejemplo: “vigila a este corredor”, “respira profundamente y elimina la tensión que te sobra”).
  3. Autorrefuerzos. Gratifícate después de una buena ejecución (ejemplo: “¡muy bien, sigue así!”).
  4. Control de pensamientos disfuncionales. Pensamientos del tipo “hoy no es mi día” o “nada me sale bien” no nos ayudan en absoluto, de modo que es importante conseguir revertirlos en pensamientos positivos o incluso detener el pensamiento cuando seamos conscientes de la intromisión de estados de ánimo negativos.
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  • Identificación y consecución del estado de activación óptimo.

Con la práctica, podemos llegar a ser capaces de identificar y propiciar voluntariamente el nivel de activación física y mental en que nos es posible aprovechar al máximo nuestro potencial.

La concentración y la focalización de la atención juegan un papel clave en este sentido posibilitando que adaptemos nuestra activación al nivel que exige la prueba en cada momento, aumentando o disminuyendo nuestro esfuerzo, o manteniéndolo cuando sea necesario hacerlo.

Es preciso que tengamos buen conocimiento de las características del reto a afrontar, así como de nuestras capacidades físicas y psicológicas para lograr una eficiencia máxima.

Las habilidades anteriores (establecimiento de objetivos, control de la atención, práctica en imaginación, regulación del diálogo interno), entre otras, coordinadas y bien desarrolladas, permiten alcanzar este último punto de rendimiento óptimo.

Si te planteas seguir mejorando en tu rendimiento como ciclista, no olvides trabajar la mente como complemento ideal al ejercicio físico. A buen seguro te beneficiarás de ello.

Bibliografía

Buceta, J.M. (1998). Psicología del Entrenamiento Deportivo. Madrid: Dykinson.

Fernández-Abascal, E.G., Jiménez Sánchez, M.P., Martín Díaz, M.D. (2009). Emoción y Motivación: La adaptación humana. Madrid: Centro de Estudios Ramón Areces.